Quien paga, manda. Y en el fútbol moderno quien sostiene el negocio con los euros corriendo por millones y millones son los operadores de televisión. Ellos mandan, por tanto. La Liga (o la televisión, como quieran) anunció que el primer derbi aragonés de esta temporada, el Huesca-Real Zaragoza, se disputará el lunes 6 de noviembre a las 21.00. El lucro de las teles consiste en dar con la fórmula para rentabilizar el dinero invertido en la compra de los derechos. En definitiva, las cadenas persiguen la audiencia: reunir en torno a un partido el mayor número de espectadores, reclamo perfecto para que los anunciantes acudan al olor de los potenciales clientes.

El Zaragoza es la gallina de los huevos de oro: casi 450.000 personas vieron el encuentro ante el Osasuna en Gol (2,7%), un gran dato ante la fragmentación de la demanda por la multiplicación de la oferta. El 15% de lo que la SAD recibe por TV procede precisamente de la repercusión. Así funciona el negocio. Horarios en prime time, a veces casi after hours, en lunes si hace falta. Al aficionado no se le tiene en cuenta. Ha de pasar por el aro. Sin embargo, en fechas tan señaladas, un derbi con un desplazamiento de mil personas, no estaría de más un poco de sensibilidad con el seguidor, el alma de un negocio sin alma. Está visto que ni eso.