Yago Lamela aportó ayer un nuevo concepto al atletismo: acudir a unos Mundiales como preparación a unos Juegos Olímpicos. El saltador español viajó a Budapest para realizar tres saltos francamente mediocres y quedar eliminado. El paso de Lamela fue, en efecto, efímero, reflejo en cierta manera de la jornada inaugural de unos Mundiales que empezaron mal para un equipo español que deberá espabilar hoy y mañana si pretende superar las seis medallas de hace un año en Birmingham.

Lamela sólo saltó 7,95 metros, cuando se le pedían 8 metros para estar en la final de hoy. Es más, con un simple 7,96 hubiera estado en ella. "Tenía que venir; es parte de la preparación que estoy realizando", explicó el saltador, que no podrá reeditar las medallas mundialistas de de plata en pista cubierta logradas en 1999 (cuando saltó aquellos estratosféricos 8,56) y el 2003.

CASTA EN EL 3.000 El tropiezo de Lamela contrastó con algunas de las pocas cosas positivas que le ocurrieron al equipo español. Dos atletas de casta se metieron en las finales del 3.000. Marta Domínguez pasó cómodamente y Penti luchó para pasar, junto a Sergio Gallardo, a la final masculina. El acceso a la siguiente ronda de Antonio Reina y Mayte Martínez (800) y de David Canal (400) apenas pudo ocultar las eliminaciones de Dana Cervantes y Naroa Agirre (pértiga), Carlota Castrejana (triple) y Natalia Rodríguez (1.500).

El color en las finales lo dio la estadounidense Gail Devers (37 años) en su victoria en los 60 metros lisos, que ahora quiere repetir en vallas para obtener un doblete sin precedentes.