Dice Sandoval, exentrenador del Rayo Vallecano, que Movilla es puro vinagre, refiriéndose a su carácter, y que él intentó "echarle un poco de azúcar para que lo fuera de Modena". El Pelado no es un tipo fácil porque la vida le ha propuesto curvas muy cerradas. Dice lo que piensa y piensa lo que dice sin anclarse en eufemismos, lo que le ha hecho granjearse la simpatía de todas las aficiones que ha conocido y también enconados enfrentamientos con algunos entrenadores y directivos.

A sus 37 años, el Real Zaragoza le ha fichado por segunda vez para ver lo que ocurre, como última opción a un mediocentro defensivo que no entraba en plan alguno del cuerpo técnico y de quien se busca algo de fútbol coherente, pero sobre todo que aporte recursos y soluciones en el campo y en el vestuario. Él, sin equipo, ha ofrecido sus servicios de veterano de guerra y Manolo Jiménez ha aceptado la propuesta porque quizás, solo quizás, El Pelado le pueda ser útil como herramienta deportiva y humana.

Se siento orgulloso de su edad. La ha alcanzado en primera línea, jugando más que nadie en la Liga española. A esta tercera juventud ha llegado porque es un luchador y un profesional que ha tratado su físico como alquimista de su propio cuerpo. En el mundo, en las competiciones de primer nivel, solo hay tres jugadores de campo con más recorrido vital y en activo que el madrileño: Zanetti (Inter de Milan) con 39 años, Giggs (Manchester United), con 38 --en noviembre cumple los 39) y Scholes (Manchester United), con 38. Los hay mayores como Cuauhtémoc Blanco (39), pero fuera ya del foco de los grandes torneos.

Con 20 años le metió un gol al Barca con el Numancia, entonces en Segunda B, después de haber eliminado a tres Primeras de la Copa. Poco después estaba recogiendo basura en los aledaños del Calderón, dispuesto a dejar el fútbol. Estuvo cuatro meses en una tienda de deportes y de camarero en la barra, "limpiando mejillones", cuenta en una entrevista. "Y llevando planos en un estudio de arquitectura, y buzoneando, y de repartidor de Telepizza..." De los cubos de basura pasó a los dos años a jugar en el Atlético, que desembolsó 12 millones de eruos al Málaga por su fichaje.

Lo demás es historia, con su feliz estancia en el Real Zaragoza, posteriores momentos económicos muy delicados por impagos de los clubs a los que pertenecía y un renacer en Vallecas. Hecho a sí mismo, el señor Movilla regresa a La Romareda con un baúl lleno de ilusiones, muchas más que sus años. No será fácil que vuelva la gloria. Nunca nada fue fácil para este humilde chico de Leganés.