Habrá teorías para todos los gustos sobre cuándo es realmente importante estar más fuerte en una Liga tan terriblemente larga como la Segunda División. Todas amoldables a conveniencia de lo que se pretenda defender. La realidad es que cada punto que se pierde no vuelve y bien lo sabe el Real Zaragoza por experiencia propia: una segunda vuelta estratosférica no le fue suficiente para alcanzar el ascenso directo y el playoff, que parecía un buen premio, terminó siendo una condena. El sueño de la Primera División se escapó en la primera vuelta.

Ayer, Alberto Zapater, el primer futbolista en tomar la palabra en su condición de capitán y mascarón de proa del proyecto, puso especial énfasis en «empezar bien». Por un doble motivo. Porque cada punto que vuela ya no vuelve y porque para la temporada entrante será fundamental que no se rompa el cordón umbilical que unió al equipo con la afición de una manera tan intensa y extraordinaria en los últimos meses de competición. Hay que empezar bien. Hay que empezar bien. El mensaje debe retumbar en las cabezas de los futbolistas por su profundo significado.