Zapater no tiene problemas de vértigo. De lo contrario, todo lo que le ha sucedido en este verano haría que le costara asimilar su nueva realidad, en la que ha pasado de estrenar ficha en el filial, tras estar en el juvenil el curso pasado, a plantarle cara a Albelda y Baraja en el partido de ida de la Supercopa, con un título oficial en juego. "Me están sucediendo las cosas muy deprisa, pero tengo los pies en el suelo", señala el joven jugador, que acaba de cumplir los 19 años pero demuestra ya el aplomo necesario para triunfar.

"El sueño de toda mi vida es éste, jugar al fútbol. Es lo que siempre he querido. Pero esto da muchas vueltas, aquí se sube y se baja a velocidad de vértigo", añade. El, de momento, sólo ha conocido la primera parte, una ascensión imparable propiciada por la fe ciega de Víctor y confirmada por su fútbol: combina capacidad en la destrucción de juego con buen manejo de balón, entrega con calidad y, además, un buen disparo lejano que todavía no se atreve a enseñar demasiado: "Fui a Suiza casi por sorpresa y he seguido contando hasta jugar la Supercopa. ¿Mi siguiente reto? Mestalla. Hasta ahora he ido paso a paso y me han salido bien las cosas".

NERVIOS INICIALES Le salieron bien el pasado sábado, pese a los nervios que transmitió en los minutos iniciales. "Es normal ese nerviosismo y eso que no miré a la grada, donde estaban algunos familiares y amigos. Lo noté en los 20 primeros minutos, pero después me olvidé de esa tensión", reconoce con humildad, para después confesar que se vio mucho más suelto en la segunda parte que en la primera. En todo caso, enfrente no estaban dos novatos, sino la pareja titular de la selección española: "Pensaba que me iban a meter presión o a decirme algo, pero no. Es más, Baraja me dio un empujón, fui al suelo y me vino a preguntar si estaba bien".

Cuenta con el apoyo de los compañeros, "aunque de tanto que se acercan a aconsejarme no sé si al final me ponen más nervioso", de su familia y de todo el pueblo de Ejea, del que presume a la menor ocasión. "Ahora, cuando voy allí, me gustaría poder desconectar más, porque todo el mundo se para a preguntarme. Aunque ¿quién me lo iba a decir hace un mes? Si ahora me vienen a pedir autógrafos, algo que hacía yo hace casi nada...".

Pero, sobre todo, cuenta con toneladas de talento y de fortaleza física, además de un espíritu perfeccionista que siempre fue garantía de éxito. "No dormí tras el partido. Si en juveniles ya era un agonías y daba mil vueltas a cada partido, Ahora aún más", recalca. Cuenta, además, con la total confianza de Víctor, más que decidido a abrir la puerta a un chaval que recuerda en muchas facetas al fútbol que desplegaba.