Lo de Víctor Lapeña ha sido llegar y besar en santo en su primer año de experiencia en Rusia. En Oremburgo, muy cerca del fin del mundo, a 5.346 kilómetros de su Zaragoza natal, el técnico aragonés logró el miércoles su primer gran título internacional. Fue la Eurocup femenina con el Nadezhda. En el partido de ida perdieron por cuatro puntos frente al Montpellier, pero la vuelta fue una exhibición del equipo de Oremburgo. Las rusas se impusieron por 57-75.

«Estoy muy orgulloso de lograr el primer título europeo para este club. En el 2010 llegaron a la final de esta misma competición y la perdieron con el Atinaikos griego. Es el premio a un duro año de trabajo y se ha recompensado nada más y nada menos que con una copa de campeón de Europa», explica Lapeña desde Tarragona, donde pasará con su familia cuatro días de descanso antes de concluir la Liga rusa.

Su camino hasta la final estuvo plagado de minas. En los cuartos se enfrentó al Perfumerías Avenida, su exequipo. «Ganar en Salamanca fue muy emocionante con un pabellón repleto de aficionados. Vino a verme mi familia. Después de la final lo más emotivo fue lo de Salamanca. Ganamos los dos partidos. En el de Salamanca llegamos a perder de 15 puntos y nos impusimos en el último cuarto». Las semifinales les enfrentaron al equipo italiano del Schio y las rusas ganaron los dos encuentros.

En el partido de ida de la gran final se impusieron por cuatro puntos las francesas del Lattes Montpellier. «Ese partido no lo preparamos bien. En el último segundo se fueron de cuatro puntos gracias a un triple». Pero en la vuelta las rusas pasaron por encima de su rival y se llevaron la Copa por un concluyente 57-75. «Las favoritas eran las francesas y no me esperaba ganar de tanto. Estuvieron muy serias las chicas y cuando nos pusimos con 10 puntos de ventaja se vinieron abajo porque veían que no podían remontar. Las paralizamos a nivel defensivo y en ataque leimos muy bien nuestras ventajas. Vi que teníamos la Copa a falta de dos minutos cuando ganábamos de 15 puntos», explica.

El Nadezhda fue siempre por delante en el marcador y ganó los cuatro cuartos del partido. Sus máximas anotadoras fueron las americanas Wheeler y Jones, ambas con 21 puntos, junto a la española Ygueravide, con 13 puntos y Tikhnenko, con 8. «Al contragolpe no corremos mucho y las ventajas de juego las tenemos más en estático. En defensa somos más un equipo inteligente que fuerte. Esto lo hemos hecho muy bien durante todo el año», explica el aragonés.

El Nadezhda se sustenta en el poderío de sus dos extranjeras, las españolas Ygueravide y Nicholls, a la que se fichó en enero, junto a las rusas. «El trabajo de las rusas es muy importante y estoy muy contento con ellas. Pero el Ekaterinburgo y el Kursk acceden a las mejores rusas del mercado y las nuestras tienen un nivel más bajo», indica.

LA GUINDA

La Eurocup ha sido la guinda de una gran temporada de Lapeña con el Nadezhda. Ahora solo queda jugarse el tercer puesto de la Liga. «Fuimos los terceros de la Copa tras los transatlánticos Ekaterinburgo y Kursk y la semana que viene jugaremos por la tercera plaza en la Liga frente al MBA de Moscú». Las semifinales de la competición doméstica la perdieron en tres partidos con el potente Kursk. «Este equipo junto al Ekaterinburgo son inaccesibles para nosotros. Las semifinales las tiramos y no competimos nada. Jugaron pocos minutos las extranjeras y la jugada no salió bien». Los dos equipos rusos también los preparan dos españoles. El Kursk lo prepara Lucas Mondelo, el seleccionador español femenino y el Ekaterinburgo, Miguel Méndez. Ambos se encuentran en las semifinales de la Euroliga.

Oremburgo es una ciudad de 555.000 habitantes, un poquito más pequeña que Zaragoza. Ha sido un orgullo que su equipo logre un triunfo tan importante. «El club se sostiene gracias al dinero institucional del gobierno de Oremburgo. Este triunfo ha tenido una gran importancia mediática para la ciudad».

Ya queda muy poco tiempo para acabar la temporada y que Lapeña pueda disfrutar de su familia en Tarragona. Será dentro de dos semanas. Está deseoso de regresar a España. «¡Cuanto antes acabemos, mucho mejor! Lo que más hecho de menos es a mi familia. El ritmo de vida y los hábitos son totalmente diferentes. Los horarios son distintos, la alimentación y no hay los medios que tenemos a nuestra disposición en España». Echa en falta hasta los pequeños detalles. «No se puede tomar una cerveza en un bar porque no existen. No se habla el inglés, todo es en cirílico y no hay comunicación con la gente. Allí la vida es dura y las temperaturas superan los 25 bajo cero hasta ahora». En poco tiempo decidirá si continúa en Oremburgo un año más. «Hablaré con mi familia y tomaré fríamente la decisión tras acabar la Liga. Pero el Nadezhda está contento conmigo y quieren que continúe».