Eguaras ha vivido dos etapas como jugador zaragocista en esta temporada, su primera en La Romareda, ya que fichó, con la carta de libertad tras acabar contrato en el Mirandés, en junio. Hasta el desastre en Almería, en las 15 primeas jornadas, fue un futbolista importante para Natxo González, pero ni de lejos indiscutible, alternando titularidades con pasos por el banquillo y hasta por la grada (nada menos que en la derrota en el derbi con el Huesca). Aquel batacazo contra el conjunto almeriense provocó la primera gran crisis del técnico vitoriano, que movió piezas en la alineación, cambió ideas y roles y dio al centrocampista de Ansoain el papel de ser el eje vertebral del equipo desde la medular.

Desde aquel día, con un primer partido frente al Reus, Eguaras es fijo en el once titular zaragocista, intente el entrenador una continuidad en las alineaciones, como al principio del cambio, o vaya a revolución por encuentro, como en los últimos tres choques. Haga lo que haga, Eguaras es titular. Natxo retocó su plan tras la cita en Almería. Desde entonces, los laterales son menos profundos de lo que dice su ideario, juega habitualmente con un extremo puro (Papunashvili) y Eguaras lleva siempre la batuta, ya sea como dupla de Zapater si mantiene el doble pivote en el medio o como eje en el medio en un 4-1-4-1 que utilizó en Albacete o ante el Barcelona B, donde además de la labor en la salida de balón se ubica como único pivote por delante de la zaga.

No es que el cambio de rol de Eguaras haya traído por fin el Santo Grial de los resultados para el Zaragoza. Ni mucho menos. Pero sí que es cierto que Eguaras ha subido su nivel y ha hecho varios encuentros más que aceptables. En la victoria en Gijón o ante el Barcelona fue de lo mejor del equipo y también estuvo bien contra el Cádiz o en Albacete. Sin embargo, es evidente que solo ese cambio no basta, que el Zaragoza necesita más cosas.

Eguaras, salido de la cantera del Athletic Club de Bilbao rumbo al Sabadell y de paso dos temporadas por el Mirandés, aterrizó en el Zaragoza el pasado verano, firmando hasta el 2020. Fue uno de los primeros fichajes que cerró Lalo Arantegui con la idea de que fuera clave en la medular de Natxo González, el jugador que diera fútbol y soluciones con el balón. Sin embargo, ni su pretemporada ni su inicio de curso estuvieron cerca de ese plan.

PRESENCIA IRREGULAR / Natxo, además, no le dio un rol tan importante en las primeras semanas de curso. En las 15 jornadas iniciales, solo fue en 10 titular y solo en siete disputó los 90 minutos. Se quedó en el banquillo en Lugo y en la grada en Huesca o jugó un minuto para perder tiempo en Córdoba. En los meses de octubre y noviembre vivió su peor momento en cuanto a la confianza de Natxo. Fue suplente en la victoria en Lorca, relevado a la hora de juego ante la Cultural Leonesa, ni citado en el derbi, que vio en la grada de El Alcoraz, sustituido también a la hora de encuentro con el Rayo Vallecano y solo disputó el último tramo, 25 minutos, en el naufragio en Almería.

Por convicción propia o por lo que fuera, muchas cosas cambiaron en Natxo tras esa derrota en el estadio de los Juegos del Mediterráneo. Eguaras ha jugado los seis partidos desde entonces, donde el Zaragoza, eso sí, no ha remontado el vuelo, con seis puntos de 18 posibles. Los tres primeros, el empate ante el Reus, la victoria en Gijón y la derrota ante el Cádiz, donde el técnico mantuvo una continuidad en el once, Eguaras los jugó completos.

EL ÚLTIMO TRAMO / En las tres siguientes citas, con las tablas en Albacete, la derrota en Valladolid y el empate ante el Barcelona B, también hizo Eguaras pleno en el equipo inicial y solo dejó de jugar quince minutos en el tramo final en Pucela, quizá porque venía de un partido completo tres días antes en el Carlos Belmonte. En total, ha disputado 19 encuentros de Liga (1.402 minutos) y otros dos de Copa (166).