Lo que se ha visto hasta ahora de la UEFA nada tiene que ver con aquel torneo cuya conquista entrañaba similar o mayor dificultad que ganar la Copa de Europa. Es una competición secundaria, absorbida por el voraz y excesivo apetito económico de los poderosos y su Champions , un campeonato de serie B por donde circulan equipos con poco nombre e incluso impronunciable por su escaso impacto histórico. Ruin con las arcas de los participantes, levanta escasa expectación entre las aficiones hasta bien avanzadas las eliminatorias. Pero al Zaragoza sólo le queda este trofeo para escapar de la rutina de una Liga en la que hace oposiciones para que le den por desaparecido, y si esta noche pierde el tren en Brujas, su depresión puede ir para largo. No es un partido cualquiera.

Si algo queda de atractivo en la UEFA, habrá que estar en el sorteo de mañana, y para entrar en el bombo el conjunto aragonés deberá sumar al menos un punto, porque una derrota le dejaría a merced de lo que haga el Austria Viena en Utrecht, donde los austriacos necesitan vencer. Primero, segundo o tercero de una liguilla tan novedosa como incongruente en el reparto de los cruces: el segundo se enfrenta a un caído de la Champions con la ventaja de jugar la ida en casa. Lo ideal sería pasar como líder, y ésa es la intención del Zaragoza. Salir esta noche en busca de un empate sería como ofrecerle la yugular a un vampiro, a un Brujas forzado a ganar para depender de sí mismo.

EL PEOR MOMENTO El Real Zaragoza llega a la cita en el peor momento posible. De los seis últimos encuentros domésticos no ha ganado ni uno, es el segundo equipo menos fiable en defensa, marcar un gol se la hecho misión imposible y sus principales jugadores --Milito, Movilla, Savio y Villa, sobre todo los dos primeros-- están sufriendo un preocupante retroceso en sus rendimientos. Se pueden enumerar más deméritos colectivos a la lista, pero habría que talar gran parte del Amazonas para disponer de papel suficiente. Sin embargo, el cuadro de Víctor mantiene el tipo en Europa, no con altivez pero sí con un perfil agresivo. Sin medir a sus enemigos porque casi todos hubieran quedado exentos por altura del antiguo servicio militar obligatorio, la buena noticia es que conserva la fe hasta el último aliento, y hoy le hará falta frente al adversario más fuerte.

LA PRESION El Jan Breydel, un estadio que el Zaragoza conoce porque aquí apeó al Brujas de la Recopa 95-96, será una caldera. De nuevo habrá que comprobar hasta qué límite el campeón de Copa es un grupo de futbolistas vulnerable a la presión atmosférica y a la de un Brujas mucho más homogéneo e impermeable a la adversidad. El equipo de Trond Sollied, campeón de Liga y víctima del Shakthar en la previa de la Liga de Campeones, es líder de su campeonato, en el que el pasado fin de semana conoció la primera derrota ante el Anderlecht.

El Brujas tiene la baja de su goleador, el internacional croata Balaban, si bien su armadura se conserva intacta. Practica un fútbol fiel a la escuela belga pese a contar con muchos extranjeros, la mayoría internacionales. El entrenador introducirá una variable que demuestra su respeto por el Zaragoza: habituado a alinear tres delanteros, en esta ocasión sus representantes más ofensivos serán sólo Verheyen y Lange, con Ceh como enganche.

TRES CAMBIOS Víctor hará tres cambios con respecto a Pamplona. El regreso de Zapater por Soriano, la entrada obligada de Ponzio por el lesionado Cuartero y la alternativa táctica de la banda derecha con Galletti. La continuidad de Oscar está asegurada, y del resto ya se sabe: los de siempre estén bien, mal o regular, porque el margen de maniobra no es demasiado amplio exceptuando a Soriano. Brujas podría ser un punto de inflexión o un ataúd. Es ésta una noche para tomársela muy en serio y para conocer de verdad Europa en próximas rondas, no este simulacro de torneo que es ahora y que carece de apasionamiento.