La palabra ilusión ha sido la más repetida por los jugadores zaragocistas para referirse a la Copa del Rey. También han hablado de ella en el Betis de Víctor, que regresa por enésima vez a la que fue su casa aunque nunca lo hizo tan cuestionado como ahora, pero la realidad es que los octavos del torneo del K.O. llegan en la sala de urgencias para los dos contendientes, asfixiados por sus necesidades en la Liga y agarrándose a una competición que puede ser balsámica, pero también engañosa. Y es que una victoria del Zaragoza permitirá afrontar la vuelta la próxima semana en el Ruiz de Lopera con más garantías y dará confianza y moral al equipo, pero sólo eso, aunque no sea poco. El siguiente paso de la principal batalla a dirimir, la de la competición doméstica, está en Barcelona el domingo. Sin embargo, eso no le resta un ápice de valor a un posible triunfo, cuanto más contundente mejor, esta noche.

No se lo resta porque el Zaragoza necesita como el agua de mayo reencontrarse con la victoria en casa. Lleva sin dar una alegría a su afición desde el 19 de octubre, con un triunfo por la mínima ante el Valladolid, y el pobre espectáculo futbolístico que se vio el pasado sábado frente al Atlético no ayuda en absoluto a que la grada olvide este dato. Además, la Copa es un torneo que tiene un brillante hueco en la historia del Zaragoza, con cinco títulos de por medio, y en una temporada donde es evidente que el único objetivo en la Liga es tan prosaico como la permanencia en la élite poder hablar de altas cotas en otra competición, de soñar con lo máximo --es decir, con ser campeones-- es toda una bocanada de aire fresco.

CAMBIOS EN EL ONCE Son razones de peso para poner el alma en esta noche y Flores está decidido a darle oportunidad a jugadores que no han contado con la titularidad habitual en lo que va de temporada. Es, pues, una buen momento para reivindicarse y en esa tesitura estarán Ferrón, Iñaki, Corona, Cani y hasta Drulic. Los cuatro primeros tienen asegurada una plaza en el once de inicio y el delantero yugoslavo es la duda del técnico catalán. Su intención es darle también una camiseta titular que no tiene desde el partido de Copa ante el Mirandés, aunque no es descartable que al final Villa no descanse y que sólo sean cuatro los cambios con respecto al equipo que saltó de inicio ante el Atlético, del que se caen Cuartero, que ni ha entrado en la convocatoria, Savio, lesionado, Galletti y Ponzio.

Tanta novedad tiene su justificación en el exigente calendario de este mes de enero, donde al Zaragoza le restan por jugar un mínimo de cinco partidos, que pueden ser siete si es capaz de plantarse en los cuartos de final de la Copa. Para eso habrá que dejar en el camino a un Betis cuyo rendimiento está muy por debajo de los nombres de una plantilla que destila calidad y talento por los cuatro costados. Ni siquiera le sirve a Víctor la excusa de las lesiones y el técnico zaragozano es consciente de que está en la cuerda floja, aunque tampoco Paco Flores esté para bailar sevillanas sobre ella.

Y es que este duelo en urgencias también llega a los banquillos. El hijo pródigo de La Romareda, que acostumbra a llevarse la victoria en ella y de hecho ya lo hizo en esta Liga (0-1), sabe que pende de un hilo --que no se cortaría esta noche en caso de derrota-- y que cuenta con el único aval que le da el presidente Lopera, con quien guarda una estrecha relación. Flores, tras salvar la cabeza en Salamanca y en Pamplona antes del parón liguero, tiene el mismo sustento presidencial con Soláns y algo más de crédito, pero haría mal en fiarse demasiado. Necesita más victorias en su cuenta corriente, empezando por la de hoy en una Copa tan ilusionante como dramática.