Una vez cerrado el mercado en el escenario que el club preveía días atrás, la plantilla del Zaragoza ha quedado casi como ha estado en la reacción, con la importante entrada de Arzo, la situación de excepcionalidad con los tres denunciantes, especialmente con el showman Movilla, más las salidas insignificantes ejecutadas a final de mes: Porcar y Ortí. Pocas sorpresas. De modo que la plantilla sigue siendo lo que era, una de las peores de la historia del club y la más pobre de su etapa moderna.

Por fortuna, este equipo no compite contra sus antecesores de recuerdo glorioso, sino frente a rivales en su mayoría de poca monta. Ese es el contexto en el que hay que juzgarle y en el que habrá que exigirle de forma consecuente. El equipo que va a afrontar la recta final de la Liga es suficiente para aspirar al ascenso directo. Todos hemos visto a todos los enemigos por una de esas dos plazas. Mucho gato y poca liebre, quizá solo una: el Deportivo con sus refuerzos. Subir por méritos propios o deméritos ajenos. Da igual.

Al Zaragoza no le sobra nada, pero tiene suficiente. Salvo que vuelvan a concentrarse lesiones en hombres clave como en el otoño, que provocaron minutos excesivos para suplentes y el consiguiente bajón, a Herrera no le deberían hacer falta ni los denunciantes. Solo ha quedado una zona desprotegida ante problemas físicos y sanciones: el centro de la zaga. Este Zaragoza, si no se le caen todos sus principales a la vez, ha de subir en esta Segunda.