No habrá excusa alguna ni clavo ardiendo al que agarrarse si el Real Zaragoza no cumple con la obligación de eliminar esta noche al Nástic. Después de un agitado debate sobre la inconveniencia de las rotaciones tras la derrota ante el Racing y de las refrescantes y sinceras declaraciones de Savio expresando con libertad y razones sobradas que le sentó mal que le cambiaran en El Sardinero, el conjunto aragonés afronta su primera comparecencia en la Copa del Rey. Lo hace como campeón frente a un rival de Segunda, y Víctor Muñoz entiende, con excelente criterio esta vez, que lo mejor para evitar el fracaso es que actúen los que mejor se encuentran. A la espera de cómo evolucione la lesión de Savio en el hombro, el técnico pondrá en el tablero al denominado, con excesivo entusiasmo, equipo de gala.A partido único y en el campo del enemigo puede ocurrir cualquier cosa, dice el tópico, que actúa en no pocas ocasiones como paraguas de los trémulos. Es cierto que el fútbol suspende en matemáticas en algunas ocasiones para su propio deleite y el de los modestos, pero sólo cuando el poderoso resta importancia al partido. Este encuentro, al margen de la Liga, desprende un fuerte aroma a trascendencia para el Real Zaragoza. Acude al estreno del trofeo que más alegrías le ha dado en su historia, con esa guinda de oro que supuso la última conquista --posiblemente la más importante de todas-- frente al Real Madrid en Montjuïc, y necesitado de un triunfo a domicilio, algo que parece haber olvidado en los últimos tiempos.En este caso no le queda más remedio que vencer en el Nou Estadi de Tarragona. El formato de las primeras rondas guarda un fuerte atractivo y mucha cicuta para los distraídos, para quienes se toman a la ligera la competición. La sorpresa salta cuando el equipo superior no alcanza el mismo grado de compromiso que la hipotética víctima. En las peores pesadillas del Real Zaragoza no tiene cabida que el Nástic lo noquee por mucho énfasis, táctica y buenos deseos que desplieguen los catalanes. Su entrenador, Luis César Sampedro, para abrir más el abismo, hará al menos seis cambios en la alineación. Al entrenador gallego sólo le interesa la supervivencia de su equipo en Segunda, por lo que su interés por continuar se restringe a un premio improbable. DESAUTORIZADOSiete meses después de aquella noche mágica en Barcelona, el Real Zaragoza arranca, también en Cataluña, en un torneo al que no puede dar la espalda. La Liga, cuestión prioritaria, y la UEFA, un dulce sueño sin fecha de caducidad, exprimen el oxígeno de una plantilla que carece de grandes relevos para los jugadores importantes, pero el equipo aragonés esta desautorizado para descartar la Copa. La dosificación de futbolistas y de esfuerzos supondría una traición. El estadio del Nástic tiene poco de caldera, por lo que la presión atmosférica será la justa en estos casos: pasión por los colores hasta que el enemigo enmudezca la eliminatoria con goles. El Real Zaragoza juega para pasar a la siguiente ronda. O es el campeón o es un don nadie. Ahora que esto empieza, el pasado le reclama el peaje de la gloria.