Zinedine Zidane, confeso amante del día a día de su trabajo, que siempre ha valorado la competición de la regularidad por encima de todo, se coronó como técnico gracias a los títulos europeos, pero ha sido en la Liga que que quedará marcada para la historia como la del confinamiento, en la que se ha reivindicado como un técnico superlativo también con todo en contra.

El Madrid que tiene este jueves la posibilidad de ser campeón de la Liga, después de una racha de nueve victorias tras el confinamiento, y el cambio de la plantilla envejecida y saciada que había en junio al equipo sólido e inexpugnable (tres goles en contra después del parón) es responsabilidad de Zidane. El día de la derrota 3-7 ante el Atlético, aún en agosto en la pretemporada, los buenos augurios para el Madrid solo los veía el francés, entregado a la máxima eficiencia en la explotación de sus recursos, sin alardes.

SENSACIÓN DE CAMPEÓN

Hay en Madrid una sensación generalizada de que el objetivo de los blancos está conseguido, con las nueve victorias de los blancos después del confinamiento y la prudencia ante el festejo, pero no para un Zidane que tuvo que empeñarse en rebajar la euforia: "Hay mucho ruido alrededor con la celebración. Se habla mucho fuera, pero todos los que trabajamos aquí y los jugadores pensamos en el partido. El resto es para otra cosa", dijo el francés en un tono más envalentonado de la habitual.

La mentada habilidad del francés para convencer al grupo, para que los jugadores sigan sus consignas con pleno convencimiento, como un feligrés medieval, ha estado indudablemente acompañada de una idea futbolística exitosa.

De sus años como jugador en Italia, a Zidane le han quedado contactos en la preparación física que ha utilizado con éxito como entrenador, y la lección de los buenos resultados que suele dar un minucioso despliegue táctico y la seguridad defensa. Así ha optimizado Zidane el rendimiento de un Madrid prototípico de entreguerras, con sus estrellas lejos de su etapa más brillante, pero aún con luz como para caminar en la noche.

UN MADRID DE ENTREGUERRAS

El gran nombre de la temporada en el Madrid es Zidane y el rendimiento que le ha sacado a los blancos, con rotaciones inesperadas y la fe incuestionable en una columna vertebral formada por Courtois, Ramos y Varane, Casemiro y la inspiración de un Benzema cuya progresión como delantero le ha convertido, además de en el artesano del fútbol que siempre fue, en un goleador constante y rentable.

El primer gran éxito desde el adiós de Cristiano Ronaldo ha llegado sin una renovación de plantilla que se lleva pidiendo dos temporadas, pero que ha tapado el éxito de un Madrid de subsistencia magistralmente dirigido por Zidane con un liderazgo basado en la defensa a ultranza de sus jugadores, también en los peores momentos de un Gareth Bale que solo ha sido la punta del iceberg de problemas del Madrid. "Es uno de los nuestros. Estamos unidos, todos pensamos y queremos lo mismo, Bale y James también", dijo ayer con un tono agrio.

El nombre en lo deportivo es Eden Hazard, que sigue sin jugar con regularidad y con molestias en el tobillo, aunque Zidane había revelado que las resonancias no muestran lesión alguna, mientras prepara la presencia en Manchester para definir la eliminatoria de la Liga de Campeones. Está mejor, está bien. No se resiente de la molestia que tenía, confirmó el técnico blanco, que solo tiene de baja a Marcelo con la reincorporación de Jovic tras dar tres negativos en test de coronavirus.