El lunes Roberto López Alcaide (Zaragoza, 24 de abril del 2000) saltó al césped de Anoeta en el minuto 61 sustituyendo a Sangalli. Un paso que cualquiera que le ha visto jugar desde que tenía cinco años adivinaba que ocurriría tarde o temprano. En la grada donostiarra estuvieron su madre y su hermana, que pudieron compartir con él tan emotivo momento. «Roberto se lo ha currado mucho, es muy trabajador y constante. Al salir al campo se acordó de su padre, ya fallecido, fue muy emocionante y con sentimientos encontrados porque la gente que nos quiere ya no está, pero hay que seguir para delante. Él está muy contento», explica Ana Alcaide, su progenitora, cuyo Whatsapp echaba humo ayer.

Tampoco se lo perdió, aunque a través de la tele, su último entrenador en el Amistad, Kike Lozano. «Justo llegaba a casa de entrenar cuando me avisaron de que salía. Subí corriendo para verlo», dice este técnico, que le vio bien en su estreno. «No es un jugador que exprese mucho sus sentimientos, no sabes si está nervioso o no, imagino que tendría algo de nervios, debutar en casa con el primer equipo… Pero lo vi haciendo lo que el míster le mandó, le mandó un trabajo y lo hizo en condiciones. Lo vi bastante bien. Con más confianza y más minutos estará mejor todavía», asegura.

Por la mañana le mandó unmensaje. «Le he dado la enhorabuena y le he dicho, has hecho lo más fácil, debutar, eso está tirado para ti, te queda lo más difícil que es estar ahí arriba y ya sabes lo que tienes que hacer, currar, currar y currar. Has demostrado que eres bueno pero tienes que demostrar que eres muy bueno. Él me ha dicho que sí, que es lo que tiene que hacer», indica.

Lozano lo conoce desde los siete años, desde que les hablaron de una zurda mágica que despuntaba en el equipo de fútbol sala del Hilarión Gimeno y le convencieron para ir al Amistad (previo paso por el Vadorrey) con siete años. Roberto López siempre ha sido especial. «Hay jugadores buenos, muy buenos, regulares y gente que ves que está tocada con la varita. Cuando lo ves jugar con seis años ves a un jugador tocado con una varita, que hace cosas que no son normales y conforme va creciendo va aumentando», señala.

«Puede jugar de lo que quiera. Es zurdo, con muchísima calidad técnica, buen golpeo, buen cambio de ritmo, mucha visión, muy trabajador en el campo, es un jugador completo, top 10. Ahora hace falta que tenga suerte. Es muy trabajador, muy constante, no llama la atención, es muy tímido. Muy callado, muy reservado pero en el campo lo da todo, es espectacular. Guardando las diferencias, muchísimas diferencias, sería el Messi de un entrenador normal. Tiene mucha calidad, desborde, buena definición y las ganas de aprender y trabajar. Para mí es mi Messi. En su nivel, es Messi. Ese cambio de ritmo, ese golpeo de izquierda y esa genialidad», describe el que fue su técnico desde los 13 hasta los 16 años.

Hasta que el Amistad se le quedó pequeño, necesitaba nuevos horizontes. Lo quiso el Athletic de Bilbao en categoría cadete, pero no prosperó. Lo quiso el Villarreal, estuvo probando en Liverpool pero no salió como esperaba y luego el equipo amarillo lo descartó por haberse ido a las islas. Paciente pero muy decidida, la Real Sociedad fue quien acabó convenciendo al jugador. «La verdad es que no nos quería dejar solas a su hermana y a mí, pero le dije que era su futuro y que le tocaba decidir a él. Estuvo en Liverpool, en Villarreal y al final me dijo, mamá, me voy a la Real que creo que me irá bien. Fue una decisión sensata, siempre ha tenido los pies en la tierra. Es muy humilde y trabajador, que es lo que intento inculcarles a los dos, que sean humildes y no olviden de dónde vienen», señala su madre.

Desde niño le han dicho que llegaría lejos. Desde pequeño ha dejado con la boca abierta a quienes le veían. Su jugada más característica es coger el balón en el centro del campo, levantar la cabeza y marcar gol con la zurda. En San Sebastián apuestan fuerte por él, tanto que ante el nuevo intento de ficharlo del Athletic, en diciembre le renovaron hasta el 2022. Imanol Alguacil ha sido su entrenador en el Sanse hasta que se hizo cargo del primer equipo a finales de diciembre. Le han bastado tres partidos para hacerle debutar. Ahora queda lo más difícil. «Puede llegar hasta donde le deje el entrenador, si le dan confianza y minutos será un jugador que marcará diferencias», asegura Kike Lozano.