Desde hace años el mundo del tenis alimenta la idea del relevo generacional de las grandes estrellas. Jugadores capaces de presentarse como alternativa a los tres grandes nombres que han dominado de forma tiránica el circuito. Nadie había conseguido poner en duda a Roger Federer (20 títulos del Grand Slam), Rafa Nadal (17 Grand Slam) o Novak Djokovic (14 Grand Slam), todos por encima ya de la treintena, incluso por bastante más en el caso del suizo. Ese ha sido el panorama desde hace más de una década. Hasta ahora.

El triunfo de Alexander Zverev (Hamburgo, 20 de abril de 1997) en la Copa Masters, en Londres, alimenta las enormes esperanzas puestas en este jovencísimo jugador alemán de 21 años, a quien se le intuía un futuro esplendoroso. Ya no es solo grande en envergadura (1,98 de estatura). También su juego ha dado un salto de altura este año como demostró en Londres superando a Federer en las semifinales y al número uno mundial, Novak Djokovic en la final. Estoy tremendamente orgulloso de este momento. Voy a hacer todo lo posible por estar en la cima, reconoció feliz.

Djokovic, que no había cedido ni un solo servicio en toda la semana, y que había superado a Zverev en la fase de grupos con cierta solvencia, nada pudo hacer ante la pegada del jugador alemán, ganador por 6-4 y 6-3 en hora y 20 minutos, deslumbrante sobre todo en el primer set, en el que entró un 86% de primeros servicios, con una media de 217 kms/h de velocidad, sumó 7 aces y no cometió ninguna doble falta, una cifras que le abrieron el camino hacia el triunfo más prestigioso de su carrera.

Los consejos de Lendl

El cambio puede entenderse después de ponerse a las órdenes del exentrenador nacionalizado estadounidense Ivan Lendl, la persona que, al lado de su padre, Alexander Zverev, está puliendo las enormes virtudes que atesora. Estratega de lujo, Lendl recomendó algunos cambios respeto al partido de de la primera fase que marcaron la diferencia. Intenté ser más agresivo y pegarle antes a la pelota, se limitó a explicar Zverev, un jugador polivante, con un servicio letal y un buen juego desde el fondo de la pista, con el que aguantar los intercambios. El tenista alemán acabó con 20 golpes ganadores, por solo siete de Nole, que también cometió más errores (23 por 18).

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El triunfo, con el que Zverev se sitúa a solo 35 puntos del tercer puesto del ránking mundial, ahora en poder de Federer, supone una espléndida rúbrica para Zverev a una temporada que pintaba muy mal, que inició con muchas dudas y que culminó con la ruptura con el valenciano Juan Carlos Ferrero, con quien no acababa de conectar. Pero que ha cerrado a lo grande: con tres victorias en torneos Másters 1.000 (Múnich, Mutua Madrid Open y Washington) y la Copa Masters.

El chico que ya despuntaba a los siete años, cuando acudía con su hermano Misha (31 años) a la Academia Saddlebrook, en Florida, hijo de una pareja de entrenadores de tenis, y que hace solo tres años, en el 2015, era un espectador más en la final de la Copa de Maestros que enfrentó a Djokovic y Federer, parece que al fin ha cruzado el umbral de la grandeza.