Los proyectos de repoblación impulsados por distintas instituciones aragonesas han facilitado la llegada de nuevos habitantes al medio rural en los últimos años, atraídos por la tranquilidad y la calidad de vida de los pueblos. Fernando, de origen ecuatoriano, se instaló en la localidad cincovillesa de Luesia hace ahora un año, junto a su mujer y sus dos hijos, de 5 y 7.

«Llevaba 20 años en España, en la zona de Barcelona, pero siempre me había gustado la vida rural», explica este jardinero de profesión. «Me enteré a través de la televisión de que los pueblos necesitaban familias con niños en edad escolar y busqué en internet. Encontré el proyecto Abraza la tierra y me inscribí», dice.

A partir de ahí necesitaba que todo encajara. Desde la Asociación para el Desarrollo y Fomento (Adefo) de la Comarca de las Cinco Villas le pusieron en contacto con la alcaldía de Luesia, que se encargó de encontrarle vivienda y empleo.

«Me han brindado la casa, con todo amueblado, y pago un alquiler acorde a mis ingresos», cuenta el nuevo vecino. En cuanto al empleo, le concertaron una entrevista con el encargado de una explotación porcina de la zona, donde se encuentra «muy cómodo». Su mujer trabaja en labores de limpieza de la residencia de mayores de Luesia.

«El ayuntamiento nos ha ayudado, nos han abierto las puertas y estamos muy contentos con todo el mundo, es un pueblo muy acogedor», asegura Fernando, que se muestra muy satisfecho de su decisión. «La calidad de vida para las familias con niños no tiene nada que ver con la de la ciudad. Mis hijos están muy felices, es un pueblo muy tranquilo y tenemos la naturaleza en la puerta de casa», destaca.

El de Fernando es un ejemplo de nuevos pobladores del medio rural en Aragón, sobre todo familias, pero también jóvenes universitarios que buscan su primera oportunidad laboral lejos de la ciudad. Es el caso de Mario. Procedente de Zaragoza, este licenciado en Veterinaria y estudiante de Geografía descubrió el programa Desafío, lanzado por la Diputación Provincial de Zaragoza en colaboración con la Universidad de Zaragoza, que ofrece becas a estudiantes para realizar prácticas en el medio rural, a ser posible sin vinculación afectiva previa.

El programa obliga a los estudiantes a residir en el entorno durante el periodo de prácticas, ya que el objetivo no es solo que tengan su primer contacto con el mundo laboral sino poder vivir la experiencia de la vida en el pueblo y establecer relaciones con la población local.

Mario realizó sus prácticas como agente de empleo y desarrollo local en la Comarca de Campo de Belchite entre octubre y diciembre del 2019, y durante este periodo residió en Lagata. Eligió esta comarca porque le atraía por su cultura y su paisaje, además de la cercanía con Zaragoza, que le permitía seguir asistiendo a las clases de la carrera.

«Es una experiencia que quería vivir desde hace tiempo. Dentro de mi carrera me gustaría especializarme en desarrollo rural y turismo, y qué mejor que vivir en el territorio para entenderlo y experimentar las necesidades reales que tiene la gente», asegura el joven.

El programa Desafío ha alcanzado este 2020 su tercera edición con un presupuesto que triplica la partida del 2019. Además, se ha puesto en marcha el programa Arraigo para recién graduados que quieran hacer prácticas no laborales en la zona de la provincia de Zaragoza en la que residen. En lo que va de año han participado en ambos programas un total de 40 jóvenes, y el plazo sigue abierto hasta el 31 de diciembre.