Llegó para suplir la carencia de un centro de arte contemporáneo en Aragón. O al menos para eso fue planteado, para crear un eje junto al CDAN de Huesca y tratar de darle un impulso al arte contemporáneo en la comunidad.

Construido sobre los antiguos talleres del Hogar Pignatelli (lugar elegido por el propio Serrano y donde su abuelo había trabajado como maestro carpintero) conforme a los cuales se erigió el primer edificio, esta ampliación del museo (que incluyó un cambio en su denominación para pasar a ser el Instituto Aragón de Arte y Cultura Contemporáneos) hizo que se triplicara la superficie expositiva y se pasara a tener un centro de arte del siglo XXI. Aunque la idea ya definitiva de acometer esta ampliación surge en 2005 con la idea de que el edificio estuviera listo para la Exposición Internacional del 2008, las obras para levantar el proyecto del arquitecto José Manuel Pérez Latorre no arrancó hasta el 2 de julio del 2007 por lo que era inviable que pudiera formar parte de la nueva ciudad que iba a alumbrar la Expo.

EL RETO DE LOS CONTENIDOS

La apertura definitiva del nuevo Pablo Serrano tuvo lugar el 23 de marzo del 2011 y, desde entonces, la principal batalla de los sucesivos gobiernos ha sido cómo llenarlo de contenido. O dicho de otra manera, cómo complementar la amplia colección del escultor Pablo Serrano que custodia el museo con exposiciones que le hicieran coger peso al centro en la programación nacional.

Para empezar, no fue sencilla esta ampliación ya que se generó el conflicto con los herederos del legado que mostraron su desacuerdo con que el propio Serrano perdiera protagonismo con esta ampliación e incluso se llegaron a romper las relaciones (no asistieron a la inauguración del nuevo cnetro ni la nuera Susana Spadoni ni la nieta de Pablo Serrano y heredera universal de su legado, Valeria). Algo que cambió de la noche a la mañana con la llegada del PP al Gobierno y el acuerdo con la familia para la compra de nuevas obras tras un nuevo conflicto auspiciado por una nueva adquisición del Gobierno de Aragón.

A las colecciones de Pablo Serrano y Juana Francés se unió la llegada (no exenta de polémica por el dinero que se gastó en ella, más de un millón de euros con quejas de toda la oposición y por el desacuerdo nuevamente de la familia saldado con la compra de nuevas obras) de la colección de Pilar Citoler que enriqueció los fondos del museo con más de 1.200 obras nuevas de arte contemporáneo. A partir de entonces se ha dado la convivencia de las colecciones de Pablo Serrano (con su exposición permanente situada en la primera y segunda planta del museo) y la de Citoler (de la que se han organizado dos exposiciones temporales y que cuenta con su propio conservador).

El resultado de esa segunda fase del Pablo Serrano dejó un museo contemporáneo en el que el espacio útil pasó de 2.500 metros cuadrados a más de 7.000, quedando 3.000 de ellos destinados íntegramente a espacios expositivos. La fachada llamativa (con un bloque azul turquesa que causó también cierto revuelo entre los zaragozanos) no influyó en la antigua construcción ya que se mantuvo prácticamente intacta e incluso queda visible en algunos puntos como el hall o la zona de escaleras mecánicas. Los sótanos se han habilitado como almacenes de un museo que ya gestiona cerca de 5.000 obras de arte contemporáneo.

DINAMIZACIÓN

Ha sido, sin embargo, en esta última legislatura, cuando ha llegado la verdadera dinamización del centro que se ha abierto a todas las artes. A un nuevo programa de exposiciones, en el que se ha estrenado una línea de producción propia para artistas aragoneses, se ha añadido que el IAACC Pablo Serrano ha pasado a ser la sede de la compañía aragonesa de danza compuesta por LaMov y Miguel Ángel Berna, que tienen sus lugares de ensayo en el centro, y se ha dado un impulso a la terraza del centro con diferentes conciertos así como, por fin, se abrió el restaurante del museo (dirigido por el oscense Carmelo Bosque) y la cafetería en la planta baja del mismo.

CRECEN LAS VISITAS

El resultado de todo esto ha sido que en el último año (el 2017) hayan pasado por el museo alrededor de 55.000 visitantes y que esa cifra, aunque está prácticamente estable desde que se reabriera el centro, ha ido creciendo paulatinamente. Buena prueba de ellos es que comparando los primeros trimestres de los últimos años, en el 2016, pasaron 11.400 personas, 14.600 lo hicieron en el 2017 y en este 2018 ya han sido 15.000.

Además, la nueva apuesta por acoger todo tipo de actos culturales ha supuesto también un impulso al IAACC Pablo Serrano que vio como en el 2016 pasaron por sus presentaciones, conferencias, ensayos abiertos al público, conciertos… un total de 13.000 personas mientras que en el 2017 ya fueron 14.200 y en el primer trimestre del 2018 se acumularon 8.200 por lo que es de esperar que se superen las cifras conseguidas hasta ahora.

Para este ejercicio del 2018 se han programado un total de 15 exposiciones (con amplia presencia aragonesa prolongando las producciones de artistas locales, una senda que se abrió con la muestra de Javier Joven el año pasado), lo que supone más de una propuesta expositiva al mes y, además, se han habilitado nuevos espacios en la propia planta baja del centro y la sala de la cuarta planta, con una característica cristalera, se ha convertido en una sede muy activa de presentaciones literarias e incluso acogerá la semana que viene el Seminario de Crítica y Contracrítica.

Unas cifras que parecen llevar por buen camino la idea del propio Pablo Serrano que más que un museo con su obra quería que su donación, que ya generó polémica en su día sobre todo debido a la gestión de la fundación que se acabó disoviendo, diera pie a un instituto de arte contemporáneo.