Poner freno al disparatado incremento de los precios del alquiler. Esa será la misión de la nueva ley aprobada el pasado miércoles por el gobierno alemán, que impulsará una batería de medidas para revertir una situación cada vez más preocupante para el ciudadano de a pie. “Fortaleceremos los derechos de los arrendatarios, los protegeremos de la presión y pondremos límites a las consecuencias financieras de las mejoras que se hagan en los edificios”, apuntó la ministra de Justicia, la socialdemócrata Katarina Barley.

Entre esas medidas se establece que el dueño de un piso, sea particular o un fondo inmobiliario, no podrá decretar un aumento del precio superior a los tres euros por metro cuadrado tras haber realizado mejoras en la vivienda. El gobierno ha puesto mano dura contra aquellos propietarios que pretendan expulsar a sus arrendatarios bajo el pretexto de una reforma del piso, prohibiendo así que se anuncien o ejecuten obran destinadas a presionar a los inquilinos. La multa por incumplimiento puede llegar hasta los 100.000 euros mientras que los arrendatarios tendrán derecho a una indemnización.

Esa estrategia se ha convertido en una lacra en los barrios de moda de las grandes ciudades, como Kreuzberg o Friederichshain en Berlín, donde las inmobiliarias buscan quitarse de encima los antiguos contratos para incrementar los precios y obtener así un mayor beneficio, un gesto que exacerba la gentrificación de los centros urbanos y expulsa a las rentas bajas del centro.

A pesar de esas medidas, la Asociación Alemana de Arrendatarios (Deutscher Mieterbund) cree que no son suficiente y ha exigido que los precios del alquiler se limiten más estrictamente. “Lo que cambia es que los propietarios tendrán que dar información a los arrendatarios, lo qual es bueno, pero solo afecta a los nuevos contratos, no a los ya existentes”, lamentó su director, Lukas Siebenkotten. “El freno del alquiler no tendrá efecto”.

LEY FALLIDA

Mientras que en España la Moncloa ha asegurado que “debate” seguir esa senda para frenar unos precios que también se han disparado, Berlín ha lanzado este paquete de medidas para apoyar la ley firmada en 2015. Aunque entonces se estipuló que para los nuevos arrendatarios el precio del inmueble no podía estar más de un 10% por encima de los alquileres en su zona a la práctica ha sido difícil ponerlo en marcha. Como admitió Barley, la dificultad para determinar si el alquiler que se pide está al margen de lo permitió llevó a que el año pasado tres de cada cuatro propietarios en Berlín incumpliesen la ley.

El incesante aumento de los precios del alquiler se ha convertido en una lacra para los arrendatarios, que ven como cada vez es más difícil tener acceso a una vivienda asequible. “Es imposible encontrar algo decente en el centro”, explica Onur, ingeniero turco que paga 500 euros al mes por un apartamento de 32 metros cuadrados a las afueras de Berlín. No sin razón, desde el 2010 el coste del alquiler se ha disparado un 71% en la capital alemana y un 45% en todo el país. El año pasado el precio creció un 20,5%, convirtiéndola en la ciudad con el mayor aumento del mundo.

A escala nacional los números no son mejores. El mercado inmobiliario alemán se basa en el alquiler, pues tiene la cuota más baja de vivienda de propiedad de la Unión Europea (50%). Además es el cuarto país del mundo en el que el coste de la vivienda crece a un mayor ritmo en proporción al sueldo de sus habitantes, un 15% en el alquiler desde el 2013. Según un estudio reciente de la Fundación Hans Böckler detalla que las 77 ciudades más grandes de Alemania tienen una escasez de 1,9 millones de apartamentos asequibles.