La pasada semana se presentó en Madrid el marco estratégico de la Industria Alimentaria española, que debe consolidar en los próximos años a este sector como el primero de nuestra economía. El objetivo es alcanzar en el 2020 los 115.000 millones de euros de facturación y crear 60.000 puestos de trabajo (hoy son 90.000 millones y 500.000 empleos), así como incrementar las exportaciones de los 22.000 millones actuales a los 46.000 millones de euros.

Cuatro son los grandes retos que se ha marcado la industria alimentaria para alcanzar sus objetivos: mejorar la eficiencia, creación de valor, internacionalización y conseguir una mayor dimensión de las empresas. Nadie duda del dinamismo de este sector, capaz de mantener el empleo y de incrementar de manera vertiginosa sus exportaciones en los últimos años. Es uno de los principales atributos de la marca España, íntimamente ligado con la gastronomía y el turismo. Y todo, a pesar de las dificultades ya conocidas que han afectado a nuestra economía y a las que tiene que seguir haciendo frente también el sector.

La actividad y el empuje de las empresas en su día a día, saliendo a vender sus productos, participando en ferias comerciales e impulsando proyectos de inversión, demuestra su dinamismo innato. No en vano, en Aragón, durante el 2013, el sector ha seguido mostrando excelentes cifras de exportación y fue uno de los que lideró el incremento en inversión en bienes de equipo, incluso en un año en el que han seguido cerradas las ayudas a la inversión con fondos europeos FEADER. En el sector hemos escuchado ya demasiadas veces que tenemos un enorme potencial y que debemos ser una de las palancas sobre las que apoyar la recuperación económica. Solo queda que las instituciones crean verdaderamente en él, más allá de las palabras, que tengan un contacto mucho más cercano con su realidad y así, entre todos, quizá consigamos hacer realidad el lema de este marco estratégico, Alimentar el Futuro.