Siguen creciendo los problemas para Audi. Si el miércoles la policía conducía una redada en tres estados de Alemania para obtener más información sobre las malas prácticas de la compañía, ayer se conoció que dos técnicos investigados por la Fiscalía han admitido que participaron en la manipulación de los vehículos diésel de la compañía para falsear sus niveles de contaminación y para esquivar así los controles medioambientales.

Uno de los dos testigos que han explicado a las autoridades los detalles de como se perpetró el escándalo es Ulrich Weiss, exdirector de desarrollo del motor de Audi. Según dijo el diario Süddeutsche Zeitung, este alto cargo ha acusado a la junta directiva del grupo. Así, un destacado comité de la casa, la Comisión de Estrategia de Productos habría aprobado internamente unos niveles contaminantes en coches diésel que superaban ampliamente lo establecido en la legislación.

A pesar de las acusaciones de Weiss, la cúpula de Audi siempre se ha desmarcado del escándalo. El antiguo director ejecutivo del fabricante alemán, Rupert Stadler, ha reiterado que no conocía nada de la manipulación de miles de vehículos. La investigación aún no contempla cargos criminales contra la directiva

El otro de los informantes, de quien solo se conoce que perteneció a la gerencia media de Audi, ha asegurado a las autoridades policiales que conocía el fraude cometido al manipular los coches y que después de que se destapase el escándalo se eliminaron muchos documentos.

La Fiscalía de Múnich acusa a Audi de ser culpable de haber cometido fraude y publicidad desleal al haber vendido en Estados Unidos y en Europa como «limpios» hasta 253.000 vehículos con niveles de emisión de gases contaminantes superiores a lo permitido por la legislación.