El sector minero-eléctrico del carbón de Teruel, del que dependen 500 empleos directos y unos 4.000 inducidos, vuelve de vacaciones sumido en la indefinición y una incertidumbre creciente. Los peores presagios se están haciendo realidad, con un incesante goteo de despidos en las empresas auxiliares que amenaza con enterrar por completo esta industria antes de lo previsto. En medio de un panorama desalentador, más de 200 personas se movilizaron ayer a las puertas de la térmica de Andorra, punto neurálgico de esta actividad, para reclamar por enésima vez al grupo italiano Enel (Endesa), propietario de este complejo energético, que desvele "de una vez por todas" sus planes de futuro para esta instalación.

La compañía mantiene en vilo desde hace dos años a toda la comarca minera porque aún no ha decidido si finalmente acometerá o no la inversión de 230 millones de euros necesaria para prolongar la vida de la térmica turolense más allá del 2020.

En la protesta de ayer, que tuvo lugar a las 13 horas, participaron trabajadores de la central y del sector minero de Teruel, así como vecinos, sindicalistas y políticos de esta comarca.

El secretario de UGT en Teruel, Alejo Galve, denunció que la falta de compromiso de la empresa tiene "casi paralizada a toda una comarca que se muere". En esa línea, dijo que no solo afecta a los empleos directos que genera, sino también a los negocios de servicios de la zona. "Hay empresarios que están a la espera de saber lo que va a hacer la empresa para tomar decisiones de inversión", advirtió.