La actualidad económica en Aragón tiene un nombre propio, Opel, y un adjetivo: crisis. Esta no es la primera, pero sí la más gruesa, puesto que el efecto en Alemania puede ser grande y ya sabemos que en este país "llueve sobre mojado" por los sucesivos trances de sus mayores empresas. La verdad es que la planta de Figueruelas puede ver recortada su plantilla en algunos centenares de trabajadores, y pasar de los casi 9.500 que llegó a tener en los mejores tiempos a 7.000. Eso sí, con una capacidad productiva mucho mayor como lo demuestran las casi 450.000 unidades del pasado año.

Esta es una situación anunciada ante las sucesivas pérdidas de Opel Europa en los últimos cuatro años y la desorientación de las diversas direcciones que han desarrollado una política errática en asuntos como la comercialización, la estructura interna, la ausencia de puesta en valor de la competitividad de los muy buenos productos generados junto a la escasa autocrítica. Se ha vivido durante años de los buenos resultados de Figueruelas y Eichseneig. Es conocido que el sector del automóvil ha tenido un proceso de concentración brutal, pasando de 52 compañías en los años 60 a 12 actuales a base de fusiones, cierres, absorciones y concentración; pero ha ido sobreviviendo y ampliando producción con los quebraderos de cabeza que supone competir y depender del consumo diario. En una situación como esta se producen paradojas como la de reducir plantillas en Opel (se habla de 12.000 personas) y crear empleos en Renault (15.000 nuevos para el 2005) y Citroën-Peugeot (7.000) ¿Porqué? Porque acertaron con el producto y lo han sabido colocar bien en el mercado.

LA REPERCUSION de esta crisis va a notarse en las empresas auxiliares dependiendo del recorte de producción; y también en la dinámica de la propia planta. Porque no es justo que quien es puntero en productividad, en competitividad y en calidad, quien aplica el tercer turno en el año 1987 y asume el plan industrial Olimpia hace dos años, y lidera combinar productividad con estabilidad laboral y flexibilidad de jornada controladas y pactadas, deba asumir más responsabilidades de las que tiene. De todos es sabido qué es una multinacional y que sus decisiones tienen componente económico y también político. De ahí que lo más importante ahora es apoyar a los representantes de los trabajadores para conseguir que no haya salidas forzosas.

Pero el paso siguiente es aprender la lección. Hay que conseguir más modelos de coches para fabricar aquí, garantizar inversiones en la planta, aumentar la participación del Comité europeo en el seguimiento del plan y la evolución de la empresa. Serían buenos algunos cambios en la dirección europea y la potenciación de las políticas de comercialización, marketing, comunicación y diseño. Aquí esta situación debe servirnos para avanzar en la diversificación industrial, pero también debería pensarse que las industrias auxiliares son un potente activo que tiene la industria y un freno ante las deslocalizaciones.

Por eso, diversificar la dependencia sobre esta marca y apoyarles en la salida de la crisis es hacerlo también por todo el sector. Estas situaciones tienen siempre un efecto descontrolado y muy negativo para las ventas. De ahí que suavizar y racionalizar el mensaje no sea síntoma de pasividad o de flaqueza. Hoy en Aragón es signo del sentido común de los representantes institucionales, el comité de empresa y los sindicatos.