La famosa ‘ganancia de pescadores’ en el dicho de ‘a río revuelto’ parece que no va a producirse este año en el sector del automóvil. Todo el mundo coincidía en pensar que 2020 sería un año complicado al heredar un mercado a la baja y a la incertidumbre provocada con la aplicación de la nueva normativa de emisiones impuesta en Europa que limita en 95 gramos de CO2 por kilómetro a la media de las gamas de todos los fabricantes que quieran vender sus coches en la Unión Europea.

Los responsables de las marcas consideraban que el mercado podía descender un 3,5% en 2020, pero poco a poco se ha ido fraguando una ‘tormenta perfecta’ en el sector que pueda acabar provocando daños catastróficos, al menos a corto plazo.

Como ya es sabido, la nueva norma de emisiones se aplicará el 1 de enero de 2021 con lo que los fabricantes están obligados a afinar sus motorizaciones para reducir una media actual de emisiones que está en 120 gramos hasta los 95. Quien no cumpla debe pagar 95 euros por cada gramo que pase de la media de su gama, multiplicado por todos los modelos vendidos en 2020. Esto significará multas millonarias que muchos fabricantes tendrán que asumir. A priori todos dicen que llegarán, pero nadie se lo cree. Este es el primer síntoma, el primer aviso de la tormenta.

Un mercado en retroceso

Mientras los fabricantes de automóviles mantienen un ojo en tratar de asimilar la nueva normativa, con el otro miran al mercado que lleva apuntando a un retroceso. El el último ejercicio tuvo que accreditar operaciones de maquillaje de última hora, creciendo un 21,7% en el último mes del año y cerrando con un crecimiento del 1,2%. No obstante, en 2020 las cosas no serán tan fáciles y el año arranca cayendo un 7,5% en enero en el global europeo (con un alarmante -13,4% en Francia y un - 7,6% en España).

Los fabricantes asumen el cambio de ciclo comercial del sector y rezan para mantener la facturación y el margen operativo. El mejor ejemplo es el del Grupo PSA, que en 2019 vendió menos coches (un 1,2% menos que en 2018) pero acabó el ejercicio con un beneficio neto consolidado histórico de 3.584 millones de euros, un 8,7% más respecto al año anterior.

El aumento de los precios es una de las armas que los productores de automóviles contemplan con mayor facilidad. Esta circustancia permitirá salvar el negocio, afrontar posibles multas y mantener la rentabilidad. Francisco Pérez Botello, presidente de Volkswagen Group España Distribución reconoce que «la caída del mercado no viene justificada por el marco económico sino que obedece más a la incertidumbre que se ha instalado en el consumidor».

El coste del coche eléctrico

En la formación de esta tormenta perfecta en el sector se une el factor de la evolución tecnológica y la apuesta por la electrificación con el objetivo asociado a la reducción de las emisiones. Este aspecto también lastrará a los fabricantes en contra de la creencia de que es una oportunidad.

Y mientras los rayos y truenos ya se manifiestan en el horizonte, la llegada del coronavirus no ha hecho sino acrecentar el caos industrial. China es el principal productor de baterías y componentes del sector y la paralización por la epidemia ha obligado a muchas fábricas a cerrar temporalmente.

Eso provocará en dos meses falta de piezas (ya ha empezado) y, por tanto, retrasos en la producción y entrega. Audi paró su planta del e-tron por falta de baterías, Volkswagen Navarra platea un ERTE por falta de suministros y desde la financiera Standard&Poor’s vaticinan una caída del 35% del mercado mundial en el primer trimestre del año por culpa del coronavirus.