Los autónomos declaran en el impuesto de la renta (IRPF) unos ingresos que están por debajo de la mitad de los que consignan los asalariados. Según los últimos datos de la Agencia Tributaria correspondientes al 2012, el primer ejercicio tras la subida del impuesto, el rendimiento medio del trabajo (salario) declarado ese ejercicio fue de 18.692 euros, casi el 3% menos que en el 2011; y casi 2,5 veces más que los 7.733 consignados de media por autónomos y pymes, el 4% menos que en el 2011.

De todas formas, quienes calculan la renta profesional o por actividad económica por estimación directa (resultado de restar los gastos a los ingresos) declararon una media de 9.100 euros, el 6% menos que el ejercicio anterior. Quienes lo hicieron por módulos (se calcula a partir de unas variables como el número de empleados, los metros cuadrados o la energía consumida), declararon 10.640 euros, el 1% menos. Siguen estando muy por debajo de los salarios.

En todo caso, el primer ejercicio en el que se aplicó la subida del IRPF aprobada por el PP, los rendimientos medios declarados fueron menores tanto en los salarios como en actividades económicas. Es lo mismo que sucedió con las rentas medias-altas y altas. El crecimiento se registró especialmente en las declaraciones negativas o exentas, con un aumento del 52%, hasta las 341.413. En el otro extremo, la mayor caída se produjo en las de más de 601.000 euros que, con 4.618, experimentaron un descenso de casi el 18%.

SUBIDA CON CAÍDA Lo cierto es que los gravámenes complementarios en la tarifa, desde el 0,75% hasta el 7%, elevaron el tipo máximo hasta el 52%, si bien en algunas comunidades como Catalunya o Andalucía se situó en el 56%. Uno de los efectos fue que se recibieron 613.754 declaraciones con bases imponibles superiores a 60.000 euros, lo que supone el 10,5% menos que en el 2011 y el nivel más bajo de los últimos años, tras acercarse a 800.000 antes de la crisis.

Además del gran descenso, uno de los mayores de los últimos años, es importante la menor cifra absoluta de liquidaciones de rentas altas desde el inicio de la crisis, en el 2007.

En cambio, el número total de declaraciones del impuesto sobre la renta realizadas en el 2012 apenas bajó un 0,5%, para rozar los 19,4 millones de liquidaciones. El número de declarantes de la renta se mantiene estancado en torno a los 19 millones desde que estalló la crisis.

En el ejercicio del 2011 (declaraciones presentadas en el 2012) se llegó al récord de liquidaciones, con casi 19,5 millones. A partir de entonces, como consecuencia de los efectos de la crisis, especialmente en la pérdida de empleo, volvieron a bajar, como en las campañas del 2009 (19,32 millones) y del 2010 (19,25 millones). Esta evolución apunta a que el número de declaraciones parece haber tocado techo por ahora.

El leve retroceso en las cifras totales del 2012 se debe a que los que declararon ingresos inferiores a 12.000 euros volvieron a aumentar, y en el tramo entre 12.000 y 30.000 euros apenas se registró una caída del 1%.

Los tramos que concentran las mayores caídas de declaraciones, los más elevados, por encima de 53.407 euros, coinciden con los que acusaron el mayor recargo fiscal en la reforma del 2012. En los rendimientos del ahorro, la mayor alza (del 21% al 27%) se produjo a partir de 50.000 euros.

Según los expertos, los datos reflejan que las personas con rentas más altas tienen mayor capacidad para sortear la declaración en el IRPF si aumenta la presión impositiva, como sucedió a partir del 2012. Una de las razones es que tienen más posibilidades de constituir una sociedad para aligerar la factura fiscal, ya que como persona jurídica el gravamen es del 30% frente al 56% de la persona física.

En el 2012, tras el gravamen complementario, la recaudación total por el IRPF solo subió el 1%. En cambio, para las rentas superiores a 60.000 euros, la recaudación bajó un 1,3%.