Como era de esperar en un sector como el bancario, donde los ajustes laborales se suelen pactar, el Santander y los sindicatos alcanzaron ayer un principio de acuerdo sobre el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que emprenderá la entidad tras el verano. Tras apenas un mes de negociaciones, el grupo aceptó reducir la cifra de bajas a 3.223, 494 trabajadores menos que su anuncio inicial, y mejoró las condiciones para mayores de 55 años.

El ajuste es la última fase de la absorción del Popular, que el banco presidido por Ana Botín compró hace dos años por un euro tras su intervención por las autoridades europeas. Tras la adquisición, el Santander llegó a tener 36.349 empleados y 4.987 oficinas en España, pero al cierre de marzo se habían reducido a 32.366 y 4.366, respectivamente.

El grupo redujo el año pasado 1.100 puestos de trabajo en sus servicios centrales. Y ahora va a recortar un 9,9% adicional de la plantilla (red comercial, estructuras intermedias y servicios centrales), además de cerrar 1.150 sucursales. Los recortes en la banca no cesan. Las entidades cerraron el año pasado con 181.999 empleados, 88.856 y el 32% menos que en el máximo del 2008, y con 26.166 sucursales, 19.899 y el 43% menos.

En la sexta reunión, sindicatos que representan a un 79% de la plantilla apoyaron la última propuesta del banco. Los empleados de 62 años o más recibirán 20 días por año trabajado con un límite de una anualidad; los de entre 59 y 61 años, el 80% del suelo pensionable o el 75% más el 60% de su complemento voluntario; los de 58 años, el 78% o el 73% más el 59%; y los de entre 55 y 57, el 75% o el 73% más el 59%.

Para los de entre 50 y 54 años, la compensación será en un pago único del 60% del salario bruto anual pensionable con seis anualidades y un máximo de 380.000 euros. En todos estos casos serán necesarios más de 15 años de antigüedad. Hasta 49 años serán 40 días de salario bruto anual y un máximo de 24 anualidades.