El Santander prepara una compensación para una parte de los 305.000 accionistas del Popular que han perdido todo su dinero. En concreto, estudia ofrecer una solución a los clientes del banco que acudieron como inversores minoristas a la ampliación de capital de hace un año y que no habían vendido los títulos en el momento de la intervención de la entidad el pasado miércoles. Aquella operación permitió al banco captar 2.505 millones de euros, de los que más del 30% (por encima de 750 millones) lo aportaron los pequeños inversores (clientes y no clientes).

«Vamos a analizar bien todas las situaciones para ver qué soluciones se pueden tomar», anunció ayer Juan Manuel Cendoya, director de comunicación y vicepresidente de la filial del grupo en España, en declaraciones a la Cope. «Una vez que acabemos todo el proceso de análisis, en los próximos días podremos ser más concretos», adelantó. Unos 287.000 clientes del Popular eran también accionistas (el 7% de 4,1 millones), pero no todos participaron en la ampliación.

El banco presidido por Ana Botín busca evitar una guerra de pleitos con estos clientes y lograr que permanezcan en la entidad. Se trata de una estrategia comercial similar a la que siguió con sus clientes de banca privada (grandes patrimonios) afectados por el fraude de Madoff en el 2009: les compensó con 1.380 millones de euros en participaciones preferentes a 10 años con un cupón del 2%. Los empleados que sean también accionistas (el 75% de los 10.479, según CCOO) podrán acogerse a la compensación si acudieron a la ampliación. Pero los clientes a los que el banco concedió un crédito para que pudieran comprar los títulos deberán seguir pagando sus cuotas.

RECURSOS / Dentro de las provisiones que va a realizar el Santander para afrontar la compra estaba previsto reservar recursos para abonar esta compensación. Además de 7.900 millones para créditos y adjudicados, ha reservado otras partidas para distintas contingencias que puedan surgir. El banco ha limitado la compensación a los participantes en la ampliación del 2016, a partir de la que se sucedieron los acontecimientos que han provocado la caída del Popular, porque entiende que los que acudieron a la del 2012 tuvieron suficiente tiempo para vender y que los que compraron acciones en el mercado después de la ampliación del año pasado sabían el riesgo que asumían.

Cendoya quiso dejar claro, en cualquier caso, que la decisión de que los accionistas del Popular y los cientos de miles de propietarios de la deuda convertible y subordinada hayan perdido todo su dinero (entre 3.000 y 4.000 millones) no la ha tomado el Santander. «El mecanismo de resolución (europeo) contempla que las acciones se amorticen, lo que implica que pierden su valor. Esto es una decisión de las autoridades, previa a que el Santander compre el banco», subrayó. Además, afirmó que es «una suerte» que en España existan entidades financieras grandes y solventes como el BBVA y el propio Santander que puedan absorber bancos más pequeños en problemas, algo que «no ocurre en Italia» con el Monte dei Paschi di Siena.