Una de las consecuencias más temidas de la reestructuración bancaria de la última década era que las zonas más despobladas y con menos renta se quedaran sin acceso directo a los servicios financieros. Aunque no hay estadísticas precisas, algunos indicadores apuntan a que así está ocurriendo, al menos en parte. A pesar de que no lo reconocen abiertamente, los cuatro grandes bancos tradicionales, y sobre todo los siete surgidos de las cajas (históricamente más vinculadas a sus territorios de origen y con mayor vocación de inclusión financiera), se están replegando de las regiones más pobres y deshabitadas.

La prueba es que las cooperativas de crédito (un colectivo formado básicamente por decenas de cajas rurales, además de algunas entidades profesionales como la de ingenieros) son actualmente las primeras en cuanto a oficinas en un total de nueve provincias, cuando hace tan solo cuatro años no lo eran en ninguna. Esas entidades ostentan una cuota media del 30,8% en esas nueve regiones, lo que es llamativo ya que el colectivo de las cooperativas apenas cuenta con en torno al 10% de todas las sucursales operativas en el conjunto de España.

DISPERSIÓN POBLACIONAL / Desde el 2014, Cajamar se ha convertido en líder en Almería y Castellón, en sustitución de la malagueña Unicaja y de Bankia, respectivamente. Globalcaja, por su parte, ha desbancado a la asturiana Liberbank en Albacete y Cuenca, así como a Unicaja en Ciudad Real. Asimismo, las cajas rurales de Jaén, Soria y Zamora han ascendido al primer puesto en sus regiones a costa de Unicaja, mientras que la de Castilla-La Mancha lo ha hecho en Toledo adelantando a Liberbank. Además, varias cooperativas son las segundas con más oficinas en 12 provincias y las terceras en 14.

Esas nueve regiones tienen puntos en común. Todas salvo Soria cuentan con un PIB per cápita inferior a la media española, siete de de ellas (todas excepto Soria y Castellón) están entre las 20 más pobres sobre un total de 50 y, de ellas, tres figuran entre las 10 con menos renta. Además, todas tienen una dispersión de la población superior a la media (entre 8,63 y 86,72 habitantes por kilómetro cuadrado, frente al 92,04 que arroja el conjunto del país), así como un porcentaje de población rural superior al promedio (entre el 22,1% y el 55,5%, frente al 20,3% español).

Es más, si se toma la provincia más pobre per cápita, Badajoz, se comprueba que la entidad líder proviene de una caja (Ibercaja), la segunda es un pequeño banco regional (Banca Pueyo), la tercera y la quinta son cooperativas y solo la cuarta es un banco grande (Santander). Además, en las 10 regiones más pobres, al menos una cooperativa figura entre las cinco entidades con más sucursales en todas salvo Alicante.

REGIONES RICAS / Por el contrario, en cinco de las 10 provincias con mayor PIB por habitante (las catalanas y Madrid) no hay ninguna cooperativa entre las cinco primeras y en las otras cinco (las vascas, Navarra y Burgos) solo figura una en esos puestos de cabeza. En siete de estas regiones ricas lidera uno de los cinco grandes bancos (CaixaBank, en seis, y Santander, un una), y en las tres restantes, el banco surgido de la caja de la comunidad (Kutxabank en las tres provincias vascas).

La situación es fruto del proceso de fusiones de la última década, en la que se ha pasado de 53 entidades consideradas significativas a 12 (todas bancos y bancos de cajas supervisados por el Banco Central Europeo (BCE), excepto el Banco de Crédito Social Cooperativo, una alianza de 19 cajas rurales lideradas por Cajamar).

El solapamiento de las redes, el excesivo crecimiento de los años de la burbuja y la necesidad de reducir costes para combatir la caída de ingresos por los bajos tipos de interés han motivado que el número de oficinas cayera a 27.228 en el mes de marzo, el 4,6% (1.325) menos que un año antes, el 41% (18.993) por debajo del máximo alcanzado en el 2008, y el nivel más bajo desde septiembre de 1981.