Bankia se enfrentó a una catástrofe inminente meses después de que el Gobierno forzase la renuncia de Rodrigo Rato a la presidencia y le sustituyera por José Ignacio Goirigolzarri en mayo del 2012. Así lo ha desvelado este lunes el exgobernador del Banco de España, Luis María Linde, quien ha relatado que a finales de agosto de aquel año se corrió el riesgo de que el Banco Central Europeo (BCE) dejase de prestar liquidez a la entidad y le obligase a devolverle de golpe los 80.000 millones de euros que le debía.

Durante su intervención como testigo en el juicio de Bankia, el alto funcionario jubilado desde hace unos meses ha recordado que Bankia presentó a finales de agosto unas pérdidas de 4.448 millones, mientras que las de su matriz BFA alcanzaron los 5.158 millones. Ello provocó que su nivel de solvencia permaneciese por debajo del mínimo legal. A raíz de ello, ha explicado, las agencias de rating podían rebajar la calificación de la deuda de la entidad hasta un nivel tan bajo que el BCE dejase de aceptarla como garantía para prestar al banco. Hubiera sido tremendo, ha asegurado.

Esta situación provocó que el Estado decidiese anticipar en septiembre de aquel año 4.500 millones de los 22.424 millones de ayudas totales que recibió la entidad. Linde ha explicado que, pese a que la norma permite sancionar a los gestores porque los bancos no cumplen el nivel de solvencia requerido, el Banco de España decidió no hacerlo. Hubiera sido absurdo expedientar al equipo que había sido puesto por el FROB para salvar la entidad, ha argumentado.

AVAL

El exgobernador -al que el exministro de Economía Luis de Guindos aupó al cargo en junio del 2012, semanas después de la intervención de Bankia en mayo y la salida adelantada de Miguel Ángel Fernández Ordóñez- ha defendido la actuación de sus antecesores. Así, ha avalado decisiones discutidas, como que se permitiera a las cajas cargar contra su capital y no contra su resultados los ajustes necesarios de las fusiones, o la creación de fusiones frías o SIP, que no resultaran eficaces pero se emplearon con buena intención y no pueden calificarse de error.

También ha justificado que las autoridades no supieran ver el problema que suponía Bankia, agravando las consecuencias de su caída. Así, ha sostenido que nadie supo ver la segunda recesión y ha afirmado que a principios del 2012 España sufría un colapso de liquidez que se fue agravando durante el año (los bancos debían 150.000 millones al BCE a comienzos del ejercicio, de los que al grupo BFA-Bankia le correspondían 20.000, que en octubre habían ascendido a 400.000 y 80.000 millones, respectivamente). En el BCE se veía a Bankia como un gran problema por su tamaño, ha explicado.