El Banco Central Europeo (BCE) publicó ayer la versión no confidencial de la evaluación que realizó sobre el Popular el pasado 6 de junio, que llevó a la resolución de la entidad y su posterior venta al Santander. En esta evaluación, el supervisor bancario realiza un repaso sobre los acontecimientos que llevaron al banco a sufrir un deterioro de su posición de liquidez derivado de un «agotamiento significativo de sus depósitos».

Entre ellos señala a una «cobertura negativa en los medios» en relación con las especulaciones sobre la dimisión de algunos de sus gestores, las pérdidas registradas por el banco en el ejercicio del 2016 y el primer trimestre del 2017, así como los anuncios por parte del presidente del banco en aquel momento, Emilio Saracho, de su necesidad de realizar una ampliación de capital o acometer una operación corporativa.

Según detalla la evaluación, el hecho de que en febrero la entidad revelara una necesidad de provisiones extraordinarias por 5.692 millones llevó a la agencia DBRS a rebajar su rating, algo que derivó en «preocupaciones significativas» en los clientes, que se reflejaron en «salidas de depósitos inesperadas» y en una «alta frecuencia de visitas» a oficinas». A esta rebaja se unieron otras de Standard and Poor’s y Moody’s hasta que el 31 de mayo la pérdida de depósitos se convirtió en «particularmente relevante».