La larga sombra de la guerra comercial iniciada por Estados Unidos cada vez oscurece más las perspectivas de la economía del euro y el Banco Central Europeo (BCE) no ha permanecido impasible. La autoridad monetaria sorprendió ayer al volver a retrasar la primera subida de tipos de interés desde el 2011, que ahora no se producirá «al menos hasta el primer semestre del 2020». Hace un año aseguró que no tendría lugar «hasta al menos durante el verano del 2019» y el pasado marzo lo retrasó «al menos hasta el final del 2019».

Además, dejó abierta por primera vez la posibilidad de cobrar más a los bancos por guardarles el dinero, reiniciar el programa de compra de deuda pública y empresarial que finalizó en diciembre después de casi cuatro años, y retrasar aún más el encarecimiento del dinero.

La razón es que la economía europea está inmersa en una «niebla de creciente y prolongada incertidumbre» debido a la pugna arancelaria entre Estados Unidos y China, pero también a la falta de acuerdo para el brexit y las «vulnerabilidades» de algunos mercados emergentes relevantes, según argumentó su presidente, Mario Draghi.

MULTILATERAL / Detrás del creciente proteccionismo, explicó, los mercados no ven solo el posible efecto en la economía y el comercio mundial, sino la «puesta en cuestión del orden multilateral» implantado tras la II Guerra Mundial. «Espero que no sea así, pero desde nuestro lado debemos tomar esa lectura (de la situación) seriamente y estar preparados», sostuvo.

Significativamente, el consejo de gobierno del BCE aseguró que está «determinado a actuar en caso de que se produzcan contingencias adversas». Unas posibles medidas, advirtió su presidente a los Gobiernos, que deberían ser complementadas con políticas fiscales.

La frase recordó al famoso «el BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar el euro» con que Draghi salvó la moneda única en el 2012, en plena crisis de la deuda pública, pero el banquero central aseguró que la situación actual no tiene «nada que ver». Las posibilidades de recesión, mantuvo, son muy bajas y las de deflación (caída general y prolongada de los precios), inexistentes.

Pese a ello, los riesgos para la eurozona han ganado «importancia y proyección». Aunque el retraso en la subida de tipos fue aprobado por unanimidad, Draghi desveló que varios miembros del consejo de gobierno (formado por los seis máximos ejecutivos del BCE y los gobernadores de los 19 bancos centrales nacionales del euro) plantearon reducir aún más la facilidad de depósito (el dinero que cobra a los bancos por guardarles el dinero, actualmente en el -0,4%), reiniciar la compra de deuda y retrasar aún más la subida de tipos. «Es una reflexión que ha empezado en este encuentro, no hemos discutido qué circunstancias activarían cada instrumento», matizó.

Con todo, el mercado esperaba que el BCE dejase la puerta abierta a bajar los tipos, después de que los bancos centrales de Australia e India los hayan recortado esta semana y la Reserva Federal estadounidense se haya abierto a hacer lo propio. La institución europea decidió mantenerlos sin cambios, ni al alza ni a la baja, por lo menos hasta la primera mitad del año que viene, y lo que quiso fue lanzar el mensaje de que está «preparada» para actuar si la situación empeora. «Distintas jurisdicciones, distintas situaciones económicas», justificó su presidente.

JARRO DE AGUA FRÍA

Para los bancos el retraso de la subida de tipos y la posible bajada de la facilidad de depósito supone un nuevo jarro de agua fría, como demuestra las fuertes caídas que sufrieron en bolsa, ya que en marzo el BCE alentó la posibilidad de cobrarles menos. Por ello, Draghi apuntó que se produjo una «larga discusión» al respecto en el consejo de gobierno y aseguró que si adoptan nuevas iniciativas, se estudiarán también «medidas mitigadoras» sobre la rentabilidad de las entidades para evitar que reduzcan el crédito.

También admitió que la tercera ronda de inyección masiva de liquidez barata a los bancos condicionada a que estos la destinen a dar crédito a empresas y familias (TLTRO, por sus siglas en inglés) es «ligeramente desincentivadora» frente a las rondas anteriores. El tipo será el interés oficial vigente en cada momento (ahora en el 0%) más 0,1 puntos, pero según el nivel de préstamos que concedan los bancos podrá bajar hasta el de la facilidad de depósito (-0,4%) más 0,1 puntos.