Por tercera vez en menos de dos semanas, las bolsas estadounidenses detuvieron su cotización poco después de la apertura de la sesión para frenar el desplome de los grandes índices de Wall Street. Las ventas generalizadas activaron los mecanismos automáticos para suspender durante 15 minutos la actividad bursátil.

Por entonces, el índice Standard and Poors caía por encima del 8%; las pérdidas en el Dow rondaban el 10%; mientras que en el Nasdaq se acercaban al 9%. La fuga de inversores es un reflejo del escepticismo que ha generado la última intervención de la Reserva Federal, que el domingo adoptó nuevas medidas extraordinarias para tratar de contener los estragos económicos derivados de la pandemia de coronavirus. La FED rebajó los tipos de interés para dejarlos prácticamente a cero y reactivó los estímulos cuantitativos para inyectar liquidez en el sistema.

Los cortafuegos de la FED se adoptaron de forma coordinada con otros cinco bancos centrales, pero no han servido para tranquilizar a los inversores, que buscaron refugio en la renta fija ante la incertidumbre que se cierne sobre los mercados. Tampoco ayudaron los últimos datos procedentes de China, la segunda economía mundial.

Tanto las ventas minoristas como la manufacturas y la inversión se contrajeron más de lo esperado en los dos primeros meses del año, a medida que Pekín se veía obligado a adoptar medidas extremas para contener la expansión del coronavirus.

El miedo que atenaza al mercado se reflejó también en los precios del petróleo, que cayeron poco después de abrirse la cotización por debajo de los 30 dólares el barril, en el caso del West Texas Intermediate (WTI), toda una señal de las pocas esperanzas que existen para que la demanda se recupere a corto plazo.