El Santander sostuvo en octubre que los planes presupuestarios del Gobierno iban por la «buena senda», pero ahora no parece tenerlo tan claro. Su presidenta, Ana Botín, reclamó ayer una «política fiscal ortodoxa» para evitar que suba la prima de riesgo y se encarezca la financiación de bancos, empresas y familias. Un mensaje significativo, ya que tanto el Banco de España como la Airef estiman que los presupuestos no reducirán el déficit al 1,3% objetivo, sino que estará por encima del 2%.

La banquera atacó el plan del Ejecutivo de grabar un 5% los dividendos de las filiales extranjeras que las empresas españolas repatrían (unos 4.000 millones de euros en su caso). El Santander aseguró en julio que podría «replantear su estructura legal» por ello. Botín evitó valorar dicha posibilidad, pero sí criticó que supondría tributar por lo mismo dos veces. «Hay que tener impuestos justos», defendió antes de asegurar que el banco pagó 5.230 millones de euros por impuesto de sociedades el año pasado en los distintos países donde opera, con un tipo efectivo medio del 35%.

Pese a todo ello, no dejó muy claro si sería partidaria de un adelanto electoral. «Lo importante es tener un contexto lo más claro posible hacia el futuro», se limitó a contestar. También pasó de puntillas por el escándalo de las presuntas escuchas ilegales del BBVA. «Es un gran banco, al que respetamos mucho», afirmó.

Botín, asimismo, defendió la inesperada e inédita marcha atrás del Santander en el fichaje de Andrea Orcel como consejero delegado. Descartando la autocrítica, aseguró que su incorporación se decidió tras un proceso interno «muy riguroso» y se anunció con antelación por «cuestiones regulatorias».

En aquel momento, prosiguió, no se conocían las «cifras finales» que supondría (el ejecutivo italiano tenía en UBS pagos aplazados por más de 50 millones de euros), que han resultado «inasumibles».