La zona euro parece estar dando la vuelta a la recesión, aunque sea con cifras ínfimas. El bloque del euro ha acumulado tres trimestres de crecimiento y el Banco Central Europeo (BCE) prevé que el avance del PIB también sea positivo en el primer cuarto de este año. Sin embargo, otro obstáculo ha aparecido en el camino: la baja inflación y el temor a que derive en una espiral deflacionaria. La inflación en marzo en la eurozona fue del 0,5%, muy por debajo del tipo sano establecido por el BCE, en torno al 2%. Un dato que, unido a la deflación continuada en Grecia y Chipre y a cifras negativas puntuales en otros países como España (-0,2% en marzo), preocupa, y no poco, a los ministros de economía y finanzas europeos reunidos ayer en Atenas.

"Estos números, por supuesto, son causa de inquietud", dijo el vicepresidente del BCE, Vitor Constâncio, ayer al término de las reuniones informales del Eurogrupo y el Ecofin. Para el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, "la posibilidad de experimentar un periodo prolongado de baja inflación" podría afectar "negativamente" al proceso de reequilibrio de las economías comunitarias. Con todo, la mayoría de participantes en la cumbre de Atenas descartaron la posibilidad de que esta baja inflación derive en una deflación en toda regla.

La cuestión es que buena parte de la responsabilidad radica en la propia medicina impuesta por la troika a los países rescatados: la llamada "devaluación interna", que en ausencia de la posibilidad de una devaluación de la moneda común busca aumentar la competitividad a base de una reducción de salarios y precios. Esto, unido a la crisis global y a la caída de la demanda externa, ha presionado los precios europeos a la baja.

Si bien una inflación demasiado alta siempre ha sido un tabú en la eurozona, una baja inflación reduce las perspectivas de recuperación de los países más atrasados porque, para ganar competitividad siempre deben lograr unos precios por debajo de la media del bloque del euro, algo bien difícil si el crecimiento de éstos se acerca al cero.

REUNIÓN DEL BCE

Fuentes del Gobierno español reconocieron que este hecho plantea dificultades en el ajuste que lleva a cabo en España, si bien el ministro de Economía, Luis de Guindos, aseguró que sus proyecciones indican que, aunque en abril los precios seguirán cayendo, en mayo o junio volverán a "territorio positivo". Además, se mostró "convencido de que el BCE actuará".

Sin embargo, el presidente de la entidad monetaria europea, Mario Draghi, dijo que no avanzará nada y se escabulló a mitad de la rueda de prensa. El BCE se reúne mañana y todos los rumores apuntan a que podría tomar medidas excepcionales. El problema es que Alemania, con gran influencia en el BCE, tiene un miedo atávico a cualquier medida que empuje los precios hacia arriba, por la hiperinflación que asoló el país en la década de 1920.

Pese a los riesgos de que la baja inflación ralentice la recuperación, De Guindos se mostró optimista y elevó las previsiones de crecimiento del PIB en España desde el 0,7% inicial a en torno al 1%. Algunas fuentes del Gobierno creen que incluso se podría llegar al 1,5% (frente al -1,5% del pasado año). Las mismas fuentes señalan también que, de enlazarse dos años seguidos con un crecimiento de un punto y medio, esto tendría un beneficioso efecto en el desempleo.

Algo que será necesario teniendo en cuenta la alta tasa de paro que aún afecta a la eurozona: el 11,9%, prácticamente el mismo que hace un año. Encabezan la lista del paro Grecia (27,5%, dato de diciembre) y España (25,6%).