Las inversiones extranjeras en sectores estratégicos de la industria francesa requieren, desde ayer, la autorización del Estado. Así lo establece el llamado decreto patriótico adoptado por el Gobierno socialista de François Hollande, que Bruselas no tardó en censurar alertando contra la tentación del "proteccionismo".

"Se acabó la permisividad", declaró el ministro de Economía francés, Arnaud Montebourg, impulsor de la medida a raíz de la operación de venta de la rama energética de Alstom a la norteamericana General Electric. El ministro forzó la apertura de la negociación a la alemana Siemens, que prepara su propuesta.

Pero Bruselas no lo ve claro y anunció que estudiará con minuciosidad si el decreto "entra en el campo de la defensa legítima del interés público". "No aseguraremos la protección de la industria europea, su desarrollo, con proteccionismo", previno el comisario de Mercado Interior, Michel Barnier.