El euro es la segunda divisa más utilizada en todo el mundo tras el dólar. El 36% de los pagos se efectúan en la moneda común -frente al 40% de la moneda estadounidense- y el 20% de las reservas internacionales en los bancos centrales extranjeros son en euros. Los negocios, sin embargo, siguen haciéndose en dólares. La Comisión Europea apuesta ahora por revertir esta situación para dar un mayor peso al euro y desplazar al dólar. Su primera recomendación a los gobiernos europeos: que todos los contratos internacionales y transacciones en un ámbito tan estratégico como es el energético se hagan por defecto en euros lo mismo que los acuerdos internacionales bilaterales y multilaterales con terceros países.

La Unión Europea es el mayor importador de energía del mundo con una factura media anual durante los últimos cinco años de 300.000 millones de euros. Sin embargo, el 90% de las transacciones en todo el mundo relacionadas con el gas, el petróleo y otros productos energéticos se realizan en monedas distintas al euro (85% en dólares), entre el 80 y 90% de los contratos no están referenciados en euros pese a que el 34% de las importaciones procede de Rusia, el 33% de Oriente medio y Africa y el 20% de Noruega, y los precios de referencia no se denominan en euros.

“Reforzar el papel internacional del euro en el ámbito de las inversiones energéticas y el comercio ayudaría a reducir el riesgo de disrupciones en el suministro y promover la autonomía de las empresas europeas así que puede ser una contribución importante a nuestro objetivo de garantizar la seguridad en el abastecimiento en la unión energética”, sostiene el comisario de clima y energía, Miguel Arias Cañete.

La Comisión Europea es consciente de que el uso de una u otra moneda en el mercado lo deciden sus actores y aseguran que su intención no es interferir ni limitar las posibilidades. En este sentido, admiten que la situación no cambiará de la noche a la mañana. Sin embargo, consideran que reforzar el papel del euro, tal y como anunció el presidente Jean-Claude Juncker en el debate sobre el estado de la unión en septiembre pasado, es vital para mejorar la resiliencia del sistema financiero, reducir la vulnerabilidad frente a posibles turbulencias, reducir los tipos de interés para hogares y empresas y ofrecer nuevas opciones a los operadores.

Consultas desde enero

En este sentido, y más allá de la recomendación en el ámbito energético, la intención de Bruselas es lanzar una serie de consultas a partir de enero para estudiar la posibilidad de que el euro se utilice también en las transacciones de materias primas (metales y minerales), productos alimentarios y en el sector de la fabricación de medios de transporte. “Una utilización más amplia del euro en la economía global ofrece un potencial importante para una mejor protección de ciudadanos y empresas frente a shocks externos”, asegura también el comisario de asuntos económicos, Pierre Moscovici.

En la mente del Ejecutivo comunitario, más allá del debilitamiento de euro a raíz de la crisis financiera en la Eurozona, las tensiones comerciales desencadenadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, su salida del acuerdo nuclear con Irán y el impacto de las sanciones unilaterales de Estados Unidos así como los planes de China para impulsar y desarrollar el uso del renminbi que podría hacer en un futuro sombra al euro. “Tenemos que actuar para preservar y reforzar el lugar del euro en este tablero mundial”, ha avisado el comisario francés.