El futuro de Caja Inmaculada (CAI) pasa por su obra social, tras haberse visto obligada a diluir su actividad financiera en Ibercaja Banco, donde representa el 4,85% del accionariado, al no poder continuar en solitario. De momento, no está claro si a largo plazo pervivirá como marca comercial dentro del grupo presidido por Amado Franco, pero la entidad ha blindado su supervivencia con la transformación jurídica en una fundación no bancaria que dará continuidad a su histórica labor asistencial y cultural. La apertura de la nueva etapa, motivada por la necesidad de "reinventarse" y condicionada por la regulación actual, ha culminado el proceso jurídico con la constitución el pasado jueves del patronato de la institución, compuesto por doce personas y presidido por Juan María Pemán.

"La crisis nos ha pasado factura, pero mantenemos la capacidad de seguir siendo útiles para los aragoneses", afirmó ayer Pemán en rueda de prensa, acompañado por la directora de la Obra Social, María González, y el vicepresidente de la fundación, Luis Oro. "La supervivencia de la obra social está asegurada", defendió en una larga comparecencia. De esta manera consideró que queda preservada el "alma de la institución" tras la "dura travesía que hemos recorrido en los últimos años". "Eso compensa con creces todos los esfuerzos y desvelos", agregó.

La fundación CAI nace con unos activos de 91 millones de euros y un patrimonio neto valorado en 90,5 millones. Aglutina a una plantilla de 45 trabajadores (incluyendo los del centro Joaquín Roncal) y su presupuesto para este año es cercano a los seis millones de euros, unos fondos que se destinarán principalmente a proyectos que favorezcan a las personas más vulnerables y a la generación de empleo.

"POTENCIALIDADES" Estos recursos son "modestos", reconoció Pemán --"es menos de lo que nos gustaría"--, pues se sitúan en los niveles que tenía la obra social en 1998. De hecho, el montante es inferior al que destinan a Aragón algunos bancos nacionales y queda muy lejos de las cifras que manejaba CAI en la etapa precrisis, cuando se superaban los 20 millones al año, pero también dista mucho de las cantidades de los últimos años: 18,7 millones en 2010, 12 en 2011 y 10 en 2012.

Pemán destacó que el punto de partida "es muy sólido" y tiene "muchas potencialidades", porque hay recursos patrimoniales y no se arrastran deudas. En la misma línea, María González sostuvo que el presupuesto, aunque "modesto", es "digno y nos permite hacer muchas cosas". Además, señaló que se trata de una cuantía "base" que en el futuro se irá "consolidando". Ambos descartaron ajustes laborales y estructurales en la fundación.

La financiación de la institución depende principalmente de Ibercaja. Por una parte, de los dividendos que logre como accionista del banco y, por otro, del desarrollo conjunto de proyectos con la obra social de la entidad matriz. También obtendrá ingresos de depósitos a plazo fijo, de las actividades que gestiona --como la escuela de negocios-- y de la cesión de algunas instalaciones. A ello hay que añadir, precisó Pemán, que se buscarán nuevas fuentes de financiación.

MARCA COMERCIAL Sobre la continuidad de CAI como marca comercial --es decir, con presencia en la calle--, Juan María Pemán dijo que la decisión compete a Ibercaja aunque no cree que ocurra a corto plazo. No obstante, "sería absurdo decir que es para toda la vida", pese a ser "una marca con un valor enorme, histórico y de afecto", enfatizó.

Los doce miembros del patronato, que no perciben remuneración, representan a Acción Social Católica (fundadora de CAI), entidades representativas de intereses colectivos elegidos por las Cortes de Aragón y profesionales independientes de reconocido prestigio.