El anuncio de conversaciones de fusión entre CaixaBank y Bankia reabrió ayer heridas y casi olvidadas reivindicaciones de catalanidad. El vicepresidente del 'Govern' y consejero de Economía y Hacienda, Pere Aragonès, aseguró que su departamento seguirá con atención el proceso de fusión y apuntó que sería bueno que la sede de CaixaBank retornara a Cataluña. El deseo chirrió pese a que nada es más catalán en el imaginario colectivo que La Caixa-CaixaBank. Pero la sede fiscal está situada en Valencia y la fusión con Bankia consolida al grupo resultante como entidad valenciana con órganos directivos en la Diagonal. El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, se apresuró ayer a apuntar como "lógico" que la futura 'Caixabankia' mantenga su sede en Valencia. Nada augura que vaya a cambiar a medio plazo.

Las tensiones soberanistas provocaron éxodo de empresas en el 2017 y el sector bancario catalán se quedó huérfano de sedes. La dirección de CaixaBank decidió trasladar la sede fiscal para poner a salvo los activos ante la posibilidad de una declaración unilateral de independencia de Cataluña. El objetivo fue seguir en Europa ante la amenaza institucional y atajar la salida de depósitos. "Trasladar la sede fiscal a Madrid hubiese sido demasiado", reconocen en la dirección de La Caixa-CaixaBank.

El impacto económico del traslado de sede es reducido, ya que en cuestión de impuestos la entidad reporta su actividad allí donde se produce. Pero la entidad valenciana podría tener otros pasaportes. CaixaBank puede ser considerada también y con argumentos como una entidad andaluza, ya que al menos en número de oficinas (450) y empleados (2.035) es la comunidad autónoma en la que está más implantada. Le sigue Madrid, con 424 oficinas y 2.522 empleados. Cataluña se queda con 414 oficinas y 2.257 empleados, pero indudable arraigo. Junto a la sede fiscal, en la Comunidad Valenciana, CaixaBank gestiona 346 oficinas con una plantilla de 1.820 trabajadores.

Inestabilidad institucional

En términos de riesgo geográfico o concentración de actividad la situación cambia. Madrid concentra el 29,99% del negocio en España, seguido por Cataluña con solo el 16,45%, Andalucía el 7,5% o la Comunidad Valenciana, con apenas el 4,7%. Cataluña ha perdido 5,45 puntos de peso en el negocio de CaixaBank en España desde el 2017, se intuye que como consecuencia de la inestabilidad institucional desatada por el reto independentista. Unos 7.400 millones de euros. En paralelo, la exposición o volumen de negocio gestionado en Madrid ha pasado de 63.149 millones de euros en el 2017 a 99.068 millones en junio de este año, 35.919 millones más que hacen que CaixaBank se acerque más a la capital de España.

Pero en la práctica CaixaBank sigue siendo catalana y Bankia madrileña (pese a tener también la sede en Valencia). La sede de la Diagonal de Barcelona alberga las oficinas centrales de CaixaBank y el meollo de las decisiones. La lupa política sigue de cerca a Caixabank y la sede operativa del banco de la estrella en la Diagonal vive a años luz de las exigencias del 'Govern' de la Generalitat. Quizá por ello, más sensible a la sede operativa que a la fiscal, el mismo presidente de la patronal Foment del Trebal, Josep Sánchez Llibre, valoraba ayer la operación al margen de ubicación de sedes: "Es un orgullo y satisfacción que una corporación financiera como CaixaBank y, a través de esta operación avalada por instituciones como el BCE y el Banco de España, consiga ser la primera corporación financiera española". Y añadía: "Foment del Treball confía que esta operación sirva para mejorar la financiación de los ciudadanos, de las familias y de las empresas y para la seguridad de sus ahorros".

Por ello, el mismo Aragonès recordó la vinculación de CaixaBank con el tejido social y económico catalán, los puestos de trabajo y la financiación a las empresas. Perdida ya casi la esperanza de tener relación abierta con el poder financiero de la entidad valenciana, la acción de gobierno de la Generalitat se ha centrado en los últimos años en aliarse con la pequeña empresa, más abierta a los partidos independentistas, mientras la banca y las grandes corporaciones han capeado el barullo institucional tejiendo alianzas paralelas.

El nuevo 'conseller' de Empresa i Coneixement, Ramón Tremosa, también reconoció ayer que le gustaría que CaixaBank volviera a Barcelona. Pero el traslado de sede abrió una herida que tardará tiempo en cerrarse y que se manifiesta más en negocio que en sedes. Nadie apoya en CaixaBank el retorno tras el fantasma del 'procés'. La sede operativa está en Barcelona, pero se teme que la fusión amplíe todavía más la distancia institucional con el 'Govern'. Tremosa se mostró crítico con el hecho de que la futura 'CaixaBankia' vaya a tener sede en Valencia, presidente vasco y que el Estado tenga una minoría importante de bloqueo en el accionariado. La peor pesadilla del independentismo.