Philippe Martínez es secretario general de la CGT, el primer sindicato francés, desde febrero del 2015. Pese a su discreto perfil inicial al frente del movimiento, ha acabado dando la batalla al Ejecutivo de François Hollande y su reforma laboral. Este sindicalista, de origen español, ha conseguido movilizar a sectores estratégicos, convirtiéndose en una figura de resistencia contra la ley El Khomri, el polémico paquete de reformas laborales. Ha estado esta semana en Barcelona, donde ha participado en un encuentro con CCOO.

-Tras el voto a favor del ‘brexit’ y Donald Trump, Francia aparece como uno de los escenarios que pueden introducir más inestabilidad en la UE. ¿Qué opina?

-Lo que pasa en Francia no es nuevo: hay un partido de extrema derecha que ya tiene mucha influencia en las elecciones. El peligro es que el Frente Nacional habla de aspectos sociales, pero no señala los verdaderos problemas. Habla solo de la inmigración y eso es contrario a nuestra historia, de la CGT y de Francia. Decir que la crisis es culpa de los inmigrantes es una vergüenza. La primera preocupación de la CGT es que se hable de los temas sociales.

-¿Cómo ve la situación de la izquierda en Francia y concretamente la del Partido Socialista?

-Hollande hizo campaña con un programa social y al llegar al Gobierno se olvidó de todo. Así que no se puede presentar de nuevo. En las primarias socialistas el debate era entre el ala liberal y la social, pero la parte social no se ve en sus políticas.

-¿Quién cree que puede ganar las elecciones?

-Nuestra preocupación es hablar de temas económicos y sociales. Que se diga que el problema en Francia no son los salarios, sino el capital. El año pasado, 55.000 millones de euros salieron de las empresas para ir directamente al bolsillo de los accionistas. Eso es un problema. El Gobierno dice que no hay dinero en Francia, pero la evasión fiscal es de 80.000 millones. Y nos dicen que el problema son los salarios.

-¿Ve usted a Marie Le Pen como ganadora de las elecciones?

-Miro los sondeos, y está primera con un 25% de intención de voto. Y eso es un peligro. En todas las crisis, la gente señala con el dedo a los extranjeros como responsables. Le Pen en su discurso económico plantea la jubilación los 60 años y subir los salarios, pero no dice de dónde va sacar el dinero, y luego quiere quitar la Seguridad Social a los extranjeros.

-¿Hasta qué punto se aprovechan del desencanto social?

-La gente ve lo que pasa en todos los países europeos, y en ellos se practican las mismas políticas. En España o en Italia hay leyes que rompen los convenios colectivos para imponer más precariedad laboral. Mucha juventud está en paro. Y en estas épocas de crisis fuertes, algunos discursos pasan más que otros.

-¿Como el de Le Pen?

-Cala el tópico que dice que en Francia hay seis millones de parados y no se sabe cuántos extranjeros tienen empleo, y que concluye que sobran los extranjeros para que los franceses tengan trabajo.

-¿Es necesaria una reforma laboral en Francia?

-Una reforma laboral en época de crisis tiene que hacer que los trabajadores tengan derechos colectivos. La ley que plantea el Gobierno y combatimos plantea lo contrario. Se pretende generar un dumping social dentro del país. Además es necesaria más seguridad durante la vida laboral. Desde el momento en el que empiezas a trabajar se consolidan tus derechos salariales y no puedes volver para atrás.

-La reforma laboral en España ha generado empleo, pero más precario y peor retribuido. ¿Es esa la clase de competitividad que queremos?

-En Francia también ha pasado, pero si todo el mundo hace eso, ¿quién va a consumir? ¿Es posible vivir en Madrid, Barcelona o en París con 400 euros al mes? Luego, hay más ricos y más pobres y cada vez menos clase media. Diez personas en el mundo ganan lo mismo que la mitad de la población mundial. ¿Dónde está el medio? No hay. Solo hay pobres y ricos.