Todos los presidentes de las marcas del sector del automóvil coinciden en una cosa, bueno, en dos. Una: El futuro acabará siendo electrificado. Y dos: El cliente reclamará nuevos modos de movilidad y nuevas fórmulas para la adquisición de sus vehículos. El mundo está cambiando y con él las tradiciones. Hace dos años. Alain Visser (director general de la marca Link&Co perteneciente al grupo Volvo-Geely) nos confesaba que el sector de la automoción lleva fabricando y vendiendo los coches de la misma manera desde hace cien años, y llegados a este punto está claro que es el momento de cambiar.

La llegada de la electrificación, la conectividad y la nueva filosofía de movilidad ha hecho que los cimientos del automóvil se tambaleen. Del mismo modo que los coches eléctricos requieren un 30% menos de piezas que uno convencional de motor de combustión, lo que obligará a reconvertir los sistemas de producción de las fábricas, el concepto de propiedad, su significado, y las opciones de compra de un coche han cambiado.

Esta nueva relación entre usuario-marca-concesionario ha evolucionado de forma disruptiva y enfrentamos diferentes sistemas que adquirir un vehículo nuevo. Pagar al contado casi no se lleva, y si queremos obtener un buen precio deberemos acudir a sistemas de financiación que ofrecen muchas veces las propias marcas como parte de su cartera de negocio.

PRÉSTAMOS BANCARIOS

Los bancos suelen ser la segunda opción a la que acudimos. Los préstamos personales (algunos ofrecen incluso el préstamo coche) son productos diseñados específicamente para ello. Hay que andar con ojo con los tipos de interés y los plazos de amortización y cancelación. BBVA, por ejemplo, ofrece un producto con el tipo de interés TAE del 6,39% y hasta 75.000 euros y 10 años de plazo. Otro ejemplo: El Banco de Sabadell da un tope de 8 años y un TAE del 7,99%. Antes todo acababa ahí, pero esto ha cambiado.

El renting y el leasing aparecen como las opciones más de moda. La incertidumbre sobre las nuevas normativas medioambientales y la incógnita de hasta que punto evolucionará la tecnología eléctrica hace que muchos usuarios lo consideren para adquirir un coche gasolina o diésel durante tres o cuatro años, a la espera de ver la evolución antes de comprar otro tipo de tecnología no asentada todavía. El leasing ofrece opción de compra al final del periodo pactado, con financiación del 100%, mientras que el renting no permite la compra y funciona como un alquiler con todos los servicios incluídos en muchos casos. Estas dos fórmulas son ideales para autónomos y empresas.

No obstante, las propias marcas han creado nuevos productos de financiación como la Multiopción. El cliente deposita una entrada y va pagando cuotas mensuales. Cuando concluye el contrato elige si se queda con el vehículo, lo devuelve o lo cambia por otro de la misma marca. No es una opción muy flexible pero es ideal para los afines a una marca determinada.

COMPARTIR Y NO COMPRAR

Pero como en la actualidad la disrupción está al orden del día, el concepto de propiedad ha evolucionado mucho en poco tiempo. Muchos clientes ya no quieren poseer un coche determinado, o ni siquiera quieren comprárselo. Es por eso que han proliferado infinidad de fórmulas. El carsharing es el que más demanda tiene especialmente en ciudades. Los vehículos están dentro de las normativas de restricciones de circulación y se alquilan por horas. De esta forma la propiedad dura solo el tiempo que se desee. También se apuesta por el carpooling, que permite a varias personas compartir un vehículo para un mismo trayecto.

La propiedad sigue siendo la fórmula elegida, pero la tendencia está migrando hacia nuevos escenarios. Marcas como Polestar o Lynk &Co., ambas del Grupo Geely, Tesla, Porsche y hasta Seat están revisando varios aspectos y están probando servicios de suscripción, como es el caso de Porsche Passport, y apostando por formatos distintos de tienda, como es el caso de Tesla o Polestar, que abandonan el concepto de concesionario.