La agricultura, el tercer oficio más antiguo que conoce el ser humano, se encuentra en España en el otoño de su trayectoria. Al menos como modo de vida y fuente de empleo, pues los trabajadores del campo envejecen inexorablemente sin recambio suficiente que inyecte savia nueva en el sector. Según datos del Ministerio de Agricultura, apenas el 8% de las explotaciones agrarias españolas tienen al frente personas menores de 40 años, lo que sitúa a España por debajo de la media europea. Y al ritmo que envejecen los ocupados en el sector, la previsión del Gobierno es que en la próxima década seis de cada diez agricultores entrarán en la edad de jubilación.

El perfil de jornaleros y payeses en España ha ido mutando en las últimas décadas dibujando unas líneas que amenazan con desertizar el campo español. Un año antes de comenzar el siglo XX, el sector agrícola encaraba una fase de cierta renovación. El 36,4% de sus trabajadores tenía más de 50 años, pero había un 19,7% menores de 30 que estaban dispuestos a cogerles el relevo. Desde entonces esa generación de jóvenes ha ido acumulando años, viendo como las generaciones posteriores no les acompañaban. En el 2009, del 19,7% de agricultores que no alcanzaba la treintena se baja al 16,4% y el 2018 cerró con el 13,3%.

Mientras tanto, esa capa media entre los 30 y los 40 años, de la que el Ministerio alerta que en la próxima década encararan ya sus últimos años en edad laboral, no ha cejado de crecer. Si en el 1999 representaba al 44% del total de agricultores, en el 2018 era del 51,8%, pesando más los cercanos a 40 años que no los recién salidos de la treintena.

LOS RIESGOS DEL ENVEJECIMIENTO

Si ese envejecimiento se acaba traduciendo en falta de capacidad productiva, saltan los riesgos. "No tener relevo generacional implica un desequilibrio territorial y social del país. La masa forestal crecerá, con lo que se dispara el riesgo de incendios, y nos veremos obligados a importar los alimentos que no conseguimos producir, lo que nos deja a merced de los vaivenes del mercado", declara el director general de desarrollo rural de la Generalitat, Oriol Anson.

Una primera consecuencia de esa pérdida de soberanía alimentaría sería tener que pagar más por comida de peor calidad. Frente a esto, y para evitar las "abusivas" tarifas que desde el sector primario denuncian que imponen las grandes distribuidoras, desde la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) apuestan por el "kilómetro cero". "El campo es muy duro y no conoce de días festivos, si no lo hacemos rentable, los jóvenes no se dedicarán a él", opina la presidenta de ASAJA Barcelona, Rosa Pruna. Para ello, Pruna demanda mayor inversión a la Generalitat para publicitar los beneficios de un consumo alimentario de calidad, mediante ayudas a las agrotiendas, las aulas rurales o las visitas de los colegios a las granjas.

No obstante, desde Unió de Pagesos se reivindican más herramientas. "Las explotaciones de cereales no dan para el kilómetro cero", afirma el coordinador general de la organización, Joan Caball. Desde la Unió de Pagesos se denuncia la aplicación que hace España de las subvenciones europeas, ya que estas se las lleva el propietario, que no siempre es quien cultiva y vende el producto. "Las subvenciones para quién trabaja la tierra", reivindica Caball.

880 MILLONES EN LOS NUEVOS PRESUPUESTOS

Las administraciones son conscientes de ello y han ido aplicado políticas tanto a nivel estatal como autonómico o municipal durante estos años, aunque las cifras demuestran que no han sido suficientes. El último intento del Gobierno va ligado a los Presupuestos Generales del Estado y viene dotado de 880 millones de euros para reforzar las estrategias de las comunidades autónomas. Estos, si los Presupuestos consiguen superar el complicado obstáculo que interpone la aritmética parlamentaria, esperan incorporar a 21.300 nuevos jóvenes al sector agrícola español.

En Catalunya la demografía muestra cifras en la misma línea de envejecimiento, especialmente sensibles en lo que a titulares de las explotaciones agrarias se refiere. Comúnmente conocidos como payeses, en el 2005 el 71% tenía más de 50 años, según datos del INE. En el 2016, el porcentaje ascendía hasta el 78%. "Tenemos un problema y nos vamos adaptando. Pero necesitamos más recursos, el sector nos los reclama", afirma el director general de desarrollo rural de la Generalitat.

La Generalitat, según detallan desde el departamento, ha invertido un total de 102 millones de euros en ayudas para atraer a un total de 3.415 jóvenes. También, de manera indirecta, en la estrategia 2014-2020 prevé invertir otros 155 millones para mejorar la competitividad de las empresas agrarias y así hacer más atractivo el sector para que los jóvenes opten por él para ganarse la vida. Las estaciones avanzan en la vida laboral de los agricultores españoles. El invierno se acerca y el sector teme qué puede encontrarse una vez este de paso a la próxima primavera.