Finalmente no hubo sorpresas. Como estaba anunciado, los 1.001 delegados reunidos en el octavo congreso de Comisiones Obreras decidieron que José María Fidalgo continúe al frente del sindicato aunque sólo le votó el 59% de los asistentes, un punto menos de lo que él esperaba. Los cuatro días del congreso han servido para constatar la profunda división que existe en la central y, ahora, también entre las facciones que componen la minoría.

El resultado de la fractura interna quedó en evidencia cuando Fidalgo y su equipo directivo fue elegido con casi 13 puntos menos que en el proceso congresual que tuvo lugar en el año 2000. El secretario de Organización del sindicato, José Luis Sánchez, reveló que el grupo de 590 delegados que arroparon a Fidalgo había ofrecido a la oposición crear una lista única para la ejecutiva. Eso suponía la retirada de las candidaturas de Rodolfo Benito y las dos de Agustín Moreno, una a este órgano y otra a la secretaría general.

Fidalgo ofrecía seis puestos de la ejecutiva al grupo de Benito, que cuenta con 181 avales en el congreso, otros siete a los críticos de Moreno, que representan a 231 congresistas, y los 19 restantes, para la mayoría. Reparto exacto que finalmente salió tras la votación que se llevó a cabo en el congreso.

REPARTO DE LA DIRECCION Fuentes de la negociación destacaron que el grupo de Benito propuso ir más allá y repartir los puestos de la dirección a cambio de votar a favor del informe de gestión de Fidalgo. Sánchez explicó que esta contraoferta no podía aceptarse porque "era poco seria después de todas las críticas al secretario general".

Este "gesto" para integrar a las minorías, que incluía un "guiño" sobre la posible inclusión de algún miembro de la oposición en la cúpula del sindicato, fue rechazado por el sector crítico y por el grupo de Benito, explicó el responsable de Organización de Comisiones.

CONTRA LAS CRITICAS Una vez que cada facción cerró filas en torno a sus posiciones, Fidalgo no tuvo reparo en arremeter con dureza contra las críticas que unos y otros le habían lanzado. Rechazó que el sindicato haya perdido credibilidad y que fuera complaciente e indulgente con el Gobierno del Partido Popular y la patronal. Asimismo, acusó a la oposición de convertir la movilización en un "fetiche" porque "este sindicato convoca una huelga general cuando es un elemento preciso y no cuando lo piden los mejores amigos", argumentó.

Fidalgo criticó la falta de respeto a los estatutos de quienes le han acusado de poco demócrata y explicó que el pluralismo en CCOO no puede significar tener que aceptar "un arco de 180 grados". Para él no se trata "de integrar sillas sino de mirar todos hacia un mismo lado". Fidalgo lamentó que "ayer y antesdeayer no sabía si asistía a un reparto de poder" entre gente cuyas "diferenciaciones están buscadas con contorsionismos".

A pesar de que Moreno logró presentar in extremis una candidatura única de los críticos, ha quedado patente la división en dos grupos, uno enojado con la eterna oposición, y otro que seguirá cuestionando a Fidalgo. Benito no desea crear una nueva corriente organizada dentro del sindicato por el momento.