El Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) colabora, junto a otras ocho entidades, en un proyecto dirigido a mejorar la calidad alimentaria del arroz aragonés y a favorecer su puesta en valor y su comercialización.

Según informa el Gobierno aragonés, éste es el objetivo del denominado Grupo Operativo Innovación y Mejora de la Calidad del Arroz en Aragón, que da cabida a cooperativas agrarias junto al CITA y al Centro Tecnológico Agropecuario Cinco Villas.

El proyecto está coordinado por Arrocera del Pirineo S.C.L y financiado con fondos FEADER y del Gobierno de Aragón a través del programa de Grupos Operativos de la Agencia Europea para la Innovación (AEI), en el marco del Programa de Desarrollo Rural para Aragón-2017 (PDR).

Según las fuentes citadas, en Aragón, el arroz se cultiva a una altitud situada entre 300 y 500 metros sobre el nivel del mar, con agua de riego muy fría procedente del deshielo de la nieve del Pirineo y unas condiciones climáticas muy duras para un cultivo de verano.

Todo esto se traduce en una productividad en campo muy baja que se sitúa en torno a los 4.000 o 5.000 kilogramos por hectárea, pero de una elevada calidad del grano por la pureza de las aguas de riego.

Situación a la que se suman una maduración lenta y homogénea por las bajas temperaturas y la casi ausencia de tratamientos fungicidas, gracias a una climatología que supone un freno para el desarrollo de enfermedades.

Este tipo de arroz tiene el nombre comercial de "arroz BRAZAL" y agrupa a más de 90 arroceros aragoneses pertenecientes a las cooperativas Virgen de la Oliva, San José y Osca, todas vinculadas al proyecto.

A pesar de ello, añaden estas fuentes, en los últimos cinco años ha disminuido la superficie de cultivo de arroz en Aragón en un 60 por ciento debido a las condiciones climáticas, los costes de producción y el insuficiente precio de liquidación al agricultor.

Para poner en valor este producto, el CITA colabora a través de su Área de Laboratorios y Asistencia Tecnológica con análisis del grano elaborado para verificar la vinculación entre las extremas condiciones de cultivo del arroz en Aragón y su elevada calidad culinaria.

Para mejorar la integración del sector productor en la cadena alimentaria, los socios también tienen previsto realizar un estudio de mercado del arroz Brazal a fin de obtener información del consumidor final de este producto.

Con los datos recogidos se quieren diseñar nuevos envases y formatos atractivos para el consumidor y respetuosos con el medio ambiente.

Otro de los objetivos del estudio es demostrar el efecto desalinizador del cultivo del arroz así como la mejora que supone para los suelos al evitar la desertización de las zonas arroceras.

Para ello se realizarán análisis durante el desarrollo del proyecto, además de los ya realizados en parcelas de cultivo de arroz en los últimos 10 años.

El arroz en Aragón se cultiva principalmente en suelos con un alto contenido en sales, considerados deficientes para la agricultura debido a su mal drenaje por el alto contenido de arcilla.

Por esta razón, y a pesar de que el cultivo está permanentemente inundado, no tiene consumos de agua muy elevados debido a la escasa velocidad de filtración del agua en estas parcelas arcillosas.

Con la plantación del arroz y su permanente inundación se produce un lavado de estas sales y como consecuencia se produce un mantenimiento del ecosistema y de la rica biodiversidad que acompaña a este cultivo, especialmente en lo referido a la gran variedad de aves que habitan en estos entornos acuáticos.

Los promotores del proyecto consideran que mediante los estudios de calidad de esta variedad de arroz, la aplicación de tecnologías ecológicas en el molino, la adquisición de envasadoras más eficaces, el diseño de envases de arroz Brazal más respetuosos con el medio ambiente y el desarrollo de líneas de producción de quinta gama se conseguiría una mejora de la competitividad y aumento del valor añadido.

Esto permitiría, además, incrementar el precio que percibe el productor por el arroz, lo que supondría, por otra parte, la recuperación de la superficie de cultivo abandonada en los últimos cinco años.