La posible fusión entre el Deutsche Bank y el Commerzbank ha empezado con mal pie. Apenas dos días después de que se oficializasen las negociaciones para una unión entre los dos mayores bancos de Alemania, el consejo de expertos económicos del Gobierno de Angela Merkel descartó el proyecto. «Es una idea muy mala desde todos los puntos de vista», remarcó la profesora Isabel Schnabel, uno de los cinco miembros del grupo conocido popularmente como los sabios.

Los asesores del ejecutivo alemán dejaron claras sus dudas frente a una hipotética fusión de ambas instituciones financieras. «Mi recomendación iría totalmente en contra de la creación de un campeón nacional aún mayor», añadió Schnabel. Esa preocupación se debe al duro coste social que puede tener sobre los trabajadores. Según las estimaciones de sindicatos y asociaciones de inversores particulares, la fusión desembocaría en despidos que afectarían a entre 30.000 y 50.000 personas.

Los sabios también declararon que no tienen claro el sentido de una unión entre el DB y el Commerzbank, pues creen que esa operación alimentaría la sensación de apoyo público en caso de necesidad. Ambos bancos están heridos, lejos de ser las potencias que eran. Así, el Gobierno federal posee hasta el 15,6% de las acciones del primero, mientras que el segundo se desangra por las multas que afronta por su participación en múltiples escándalos de estafa financiera.

La oposición del consejo de expertos económicos contrasta con la posición del Gobierno, donde el ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz, se ha erigido como principal impulsor de las negociaciones para una fusión, algo a lo que se oponen la mayoría de los votantes. Desde Fráncfort, llegaron más críticas contra la propuesta de fusión. «A mí, particularmente, no me gusta la idea de que haya campeones nacionales o campeones europeos», subrayó Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE), evitando mencionar explícitamente el caso alemán.