"Tu desconfianza me inquieta y tu silencio me ofende", dejó dicho el escritor y pensador bilbaíno Miguel de Unamuno. La confianza, se suele afirmar, es trabajosa de ganar, fácil de perder y muy costosa de reconstruir. Cuando se evapora, además, las consecuencias casi nunca suelen ser buenas. Por ello probablemente un viejo refrán español aconseja la prudencia: "Confianza sin tasa empobrece tu casa".

Los inversores, conozcan o no la máxima, la practican en su día a día. No es que todo en economía se base en el estado de ánimo --como parecía creer Zapatero al comienzo de la crisis, cuando la negaba para, decía, generar optimismo-- pero desde luego influye. Así se explica lo mal que sentó ayer la caída del índice de confianza de los empresarios alemanes desde los 110,4 puntos a los 109,7, frente a los 110,2 augurados. El efecto de las medidas del BCE se ha disipado y, a falta de noticias empresariales relevantes, las miradas están puestas de nuevo en los indicadores económicos.

Los inversores no encontraron alicientes para comprar, pero tampoco tenían ganas de vender. Y un buen dato en Estados Unidos les dio motivo para no hacerlo: su indicador de confianza subió hasta los 85,2 puntos, frente a los 83 de mayo y el nivel más alto desde enero de 2008. Así, el Ibex 35 apenas cedió el 0,11%, hasta los 11.105,9 puntos, con la prima de riesgo a la baja hasta los 133 puntos básicos tras otra buena subasta del Tesoro.