La difícil situación económica de Argentina de los últimos meses, marcada por la debilidad de su moneda, afecta ya al consumo interno del país, lastrado por la pérdida de poder adquisitivo y la restrictiva política monetaria, una coyuntura que previsiblemente se prolongará lo que resta de año. La encuesta de supermercados de abril ya arrojó ese mes una caída en las ventas del 2,1%, y se estima del 5% en junio.