Desde 1932, Ibérica de Sales explota María del Carmen, la mina de sal gema de Remolinos, y lidera la producción para la nutrición animal y el deshielo de las carreteras en invierno, con 400.000 toneladas al año. Aunque María del Carmen tiene casi medio siglo, los romanos ya obtenían el mineral en las galerías de la Comarca de la Ribera Alta, un yacimiento que se formó por evaporación de un mar interior salado. Perteneciente al Mioceno, la zona explotable tiene seis metros de altura y un kilómetro cuadrado de superficie. El laboreo se realiza con el método de cámaras y pilares, sin necesidad de entibado. Hay una temperatura constante todo el año, en torno a 20 grados.

Cada tarde, cuando la mina queda desierta, se vuela una parte de la roca con goma 2 y amonita. Al día siguiente, a las siete de la mañana, la galería ya está ventilada y los empleados ya pueden volver al tajo, como se llaman a las zonas de trabajo en las que se divide la mina (hay 70). Luego, se lleva a cabo una fragmentación secundaria del mineral con los picos para, después, cargar la sal en los camiones y sacarla al molino. Allí se envasa en sacos de 25 kilos para su comercialización.

El producto final tiene, principalmente, dos destinos: las granjas, donde los animales lamen grandes bolas de sal para que luego se alimenten mejor y beban agua con más ganas; y, en un 70%, las carreteras, para evitar accidentes en épocas de nieve y hielo. Además de cubrir los viales nacionales, la compañía exporta a países como Portugal, Francia, Italia e Inglaterra.