La representación económica de Opel España reflexiona, en el XI Convenio Colectivo, a través de sus boletines informativos sobre los diferentes capítulos que se hablan en las reuniones que mantiene con el comité de empresa. Uno de los muchos capítulos que conforman la plataforma de los trabajadores es el que se refiere a los salarios.

La representación económica nos dice a los trabajadores que pedimos mucho y que las condiciones salariales que tenemos en la actualidad nos sitúan en el primer lugar del sector y de la industria.

Sería necesaria una información y reflexión complementaria y, en un boletín especial, explicar cuál es el porcentaje actual de la masa salarial sobre la facturación de Opel España, para poder extraer alguna conclusión: si realmente el salario es el factor que determina la situación que se vive y, a su vez, si el salario incide y nos coloca en una situación insostenible. En estos momentos, el porcentaje de la masa salarial no llega al 6% de la facturación.

Sé que pedir mayor seriedad resulta chocante, cuando los actores creen que su enfoque es el correcto.

La terminología que se utiliza de que existe otro coste oculto --el del complemento de antigüedad--, no resulta nada gratificante para los 8.000 trabajadores que, día a día, nos esforzamos por desarrollar el negocio y demostramos un comportamiento ejemplar cuando se nos demanda sacrificios.

El X Convenio Colectivo, que ha durado tres años, ha sido de crisis, porque General Motors Europa nos hizo ver las grandes dificultades que atravesaba la compañía. El Plan Industrial se firmó para poner un instrumento en marcha que posibilite hacer frente a los vaivenes del mercado --como así ha quedado demostrado-- y adaptarse a los diseños actuales de capacidad de producción. La tan demandada flexibilidad es una realidad constatable y la adaptabilidad de los trabajadores, a esa realidad, no se puede discutir hoy.

Algunos sindicatos elaboraron propuestas moderadas para contribuir a que los sectores industriales y las multinacionales continúen en España. Sin embargo, asistimos a una permanente intoxicación y a las "amenazas" derivadas de la incorporación de los países del Este a la Unión Europea.

La ampliación de la Unión Europea no debe explicarse como una "amenaza", sino como un reto de construir un espacio de bienestar y progreso, siendo capaces, cosa que no ocurre en estos momentos, de lograr el compromiso social que debería tener toda la industria europea, en el terreno político y económico. En cuyo espacio, la dimensión social debería ocupar un lugar predominante, no sólo desde la voluntad política y económica, sino con hecho tangibles hacia los ciudadanos europeos.

Los trabajadores siempre nos preocupamos por el futuro, en este caso, de la industria española del automóvil, y de la de Aragón en particular. En el caso de nuestra comunidad, desde hace más de 20 años y, sobre todo, desde el momento de la primera negociación del convenio colectivo.

Ciertos representantes económicos ven y analizan la negociación desde la perspectiva no sólo de no dar, sino de recortar y de una exigencia --en ocasiones, desmesurada--, de alcanzar cuotas de productividad sin tener en consideración la opinión de la parte social.

Mantener cierta tensión productiva es bueno. Adoptar medidas correctoras, necesario. Quitar derechos conquistados, con tanto esfuerzo, nefasto. No siendo creíble y transparente no se contribuye a la buena marcha de la empresa.

La articulación de la negociación debe cambiar y realizarse bajo premisas distintas a las actuales, sobre todo, en lo que concierne a la información, participación y diseño, a corto y medio plazo, del negocio. Mentalizarse en los retos es muy importante. La negociación colectiva es un reto y una parte importantísima para los intereses de todos, en especial, para los trabajadores.