La crisis ha dejado bajo mínimos las garantías con las que las empresas pueden hacer frente a las exigencias de las entidades financieras. Los activos inmobiliarios y financieros se han devaluado de tal forma que muchos balances se han dado la vuelta, y eso es el mayor lastre a la hora de pedir un crédito. "Para que la banca acceda a conceder un préstamo, ahora es imprescindible que se satisfagan los criterios de solvencia que fija la entidad", sostiene el secretario general de Cepyme Aragón, Rafael Zapatero.

Él es uno de los representantes de la patronal que no ve que fluya el crédito. Ni siquiera el que Ibercaja y el Santander han puesto en marcha a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI). "Finalmente es la entidad financiera la que canaliza esos créditos y es la que tiene la primera y la última decisión en su concesión o no". De la misma opinión es el presidente de Cepyme, Aurelio López de Hita, que tampoco ve brotes verdes en este sentido.

No obstante, Zapatero considera que desde finales del 2013 se está viendo una mayor flexibilidad por parte de la banca a la hora de otorgar préstamos, aunque pese a ello, considera que es todavía "insuficiente". A su juicio, el crédito fluirá cuando las empresas recuperen el valor de sus activos para que sirvan como aval ante las entidades financieras.

Otro de los problemas que podría estar afectando a la concesión de créditos del BEI es si las entidades dan prioridad a sus clientes habituales, ya que gozan de discrecionalidad a la hora de otorgar esa inyección económica. De momento, en términos generales, el crédito a nuevos clientes está casi vetado.