Las juntas de la patronal CEOE acostumbran a ser de guante blanco. Las críticas y las diferencias de los representantes empresariales con el presidente y su equipo se suelen quedar fuera de la sala. Sin embargo, en las últimas reuniones del órgano directivo de la CEOE ha subido la tensión hasta el punto de que se ha evidenciado la existencia de un bloque crítico con el presidente, Juan Rosell. Ese grupo de díscolos lleva trabajando desde después del verano en la configuración de una candidatura alternativa para las elecciones, encabezada por el dirigente de los empresarios metalúrgicos Antonio Garamendi, que se formalizará la próxima semana.

La comisión ejecutiva de la patronal metalúrgica Confemetal, de la que Garamendi es tesorero, tiene previsto aprobar el martes el visto bueno a la candidatura al haberse asegurado los avales mínimos de 20 vocales de cuatro organizaciones. El plazo para registrar la candidatura acabará el 10 de diciembre, una semana antes de la asamblea que elegirá al presidente, el 17 de diciembre. De momento, Rosell reflexiona sobre si optará a la reelección.

INCIDENTE

El último episodio de la tensión creciente en el seno de la organización empresarial se vivió el pasado día 15 en un choque dialéctico entre Rosell y el presidente de la patronal vasca (Confebask), Miguel Ángel Lujúa, a propósito del descontento empresarial con la nueva ley de mutuas aprobada por el Gobierno. Lujúa, que es director general de la mutua vasca Mutualia, achacó a la dirección de la CEOE no haber defendido los intereses del sector frente al Ejecutivo, a lo que Rosell respondió que no se enteraba de lo que hacía el equipo directivo de la patronal y el dirigente vasco replicó: «Ese es el problema, que no nos enteramos».

El incidente a raíz de la herida causada por lo que los directivos de las mutuas tachan de «negociación de espaldas al sector» resume el enconamiento de las posiciones. A la vuelta de las vacaciones, varias patronales empezaron a «canalizar el descontento y la frustración con Rosell» con encuentros discretos que cristalizaron en un pacto que fue sellado en una cena el pasado día 21. Eligieron el Club Financiero Génova, presidido por Juan Pablo Lázaro, vicepresidente de la patronal madrileña CEIM y uno de los barones empresariales díscolos, junto con Lujúa y sus homólogos de Andalucía, Javier González de Lara; Castilla-La Mancha, Ángel Nicolás García; Valencia, José Vicente González Pérez; del sector de la construcción, Juan Lazcano Acedo; de las empresas tecnológicas, José Manuel de Riva; y del metal, Javier Ferrer Dufol.

Entre esas organizaciones se encuentran algunas que apoyaron la candidatura alternativa a Rosell del andaluz Santiago Herrero en el 2010, que fue derrotado al lograr 247 votos frente a los 444 del dirigente empresarial catalán. Entre esos apoyos estaban los de los vocales de Confemetal, que ahora se muestran «decepcionados con las promesas que hizo Rosell». En opinión del sector crítico, el presidente de la CEOE se ha quedado muy corto en sus reformas y ha vacilado en algunos episodios como la respuesta a la implicación del presidente de la patronal madrileña, Arturo Fernández, en el caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid.

PÉRDIDA DE PODER

Las mismas fuentes críticas consideran que el código ético impulsado por Rosell tras el escándalo que implicó al anterior presidente de la CEOE, Gerardo Díaz-Ferrán, por el fiasco de Viajes Marsans «era necesario, pero se tiene que aplicar sin dudar». En cuanto a la proyección pública de la CEOE, los críticos piden un papel más activo en la defensa de los intereses de las pymes en asuntos esenciales como la reforma fiscal.

Desde el entorno de Rosell consideran que los argumentos esgrimidos por los díscolos «esconden sus verdaderas intenciones de recuperar el statu quo de la vieja guardia» que fue desplazada en la estructura de la CEOE. «Una buena parte son los mismos que intentaron impedir en el 2010 que Rosell ganara las elecciones», añaden las mismas fuentes.