Cuando un alto cargo se siente cuestionado puede someterse a una cuestión o moción de confianza. Bueno, en la práctica sucede poco, pero la figura existe aunque los políticos parezcan ignorarlo. Eso sí, ¿a qué nos referimos? Confianza, define el diccionario, es la "esperanza firme que se tiene de alguien o algo", pero también la "seguridad que alguien tiene en sí mismo" y la "presunción y vana opinión de sí mismo", e incluso el "ánimo, aliento, vigor para obrar". Se suele decir, precisamente, que la confianza es fundamental para conducirse en los mercados: la que uno tiene en sí mismo como actor económico y, sobre todo, la que le confieren los demás.

Ayer se dio a conocer el índice Zew de confianza de los inversores en Alemania, que cayó hasta los 3,2 puntos frente a los 25,4 puntos del mes anterior y los 15 que esperaban los analistas, mientras que el indicador de expectativas bajó hasta los -3,6 puntos, frente a los 6,9 del mes anterior. ¿Hace falta decir más? El Gobierno germano revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para este año (del 1,8% al 1,2%) y el próximo (3% frente al 1,3%), y la producción industrial de la zona euro en agosto sufrió una caída del 1,8%. La cosa sigue pintando mal y los ánimos continúan torcidos. Solo la buena apertura de Wall Street, gracias a los resultados bancarios, permitió al Ibex 35 terminar en positivo (0,17%, 10.204,9 puntos), con la prima en 122 puntos básicos. Pero, ojo, que la confianza sigue en retirada.