Ana Echevarría no se considera una feminista radical. Ni de lejos. Pero tiene claro que las conquistas sociales se obtienen en la calle. Ana cree que los hombres que acaban de tener un bebé deberían tener derecho a beneficiarse de una baja independiente de la de sus compañeras. Como ocurre en Francia y en los países nórdicos.

En España, no obstante, eso no es posible. Como mucho, el padre puede aspirar a que le concedan 10 semanas, siempre que su mujer sólo se tome las seis obligatorias. "Es una posibilidad que se nos da, un primer paso. Hay que aprovecharlo. Si los hombres optan por no pedirlo, entonces nunca podremos conseguir las bajas independientes para padres y madres", explica. O sea, cuestión de principios.

Ana es matemática y trabaja en una entidad financiera en Madrid. Dentro de unos días dará a luz a dos mellizos, que ya tienen nombre: Pablo y Jaime. Desde que supo que estaba embarazada, tuvo claro que su baja sería cosa de dos.

Tener ganas

Pepe Moreno, un ingeniero aero- náutico de 35 años, sonríe cuando habla su esposa. El asegura que asume el permiso compartido "con naturalidad". "Para mí no se trata de ninguna reivindicación. Ana me dijo que a ella le gustaba la idea de que yo también pidiera una baja, así que lo haré. Me apetece. Me gustan los críos", dice. Pepe está convencido de que en su empresa no le pondrán inconvenientes. Tampoco le importan los posibles cuchicheos de pasillo. "Es un derecho de los hombres, ¿no? Si alguien se burla de mí, se está burlando de sí mismo", concluye.

José Reyes y Gemma Muelas no están casados y constituyen otra pareja moderna . Cuando nació su hijo, el 20 de octubre del año pasado, ella reclamó una baja de 10 semanas y él, las seis restantes. Porque sí. Porque el bebé es de los dos. Porque ella no debe cargar con todo. Porque a él le apetecía muchísimo estar con su pequeño y cuidarle. "Fueron unas semanas estupendas, aunque no paraba de llamar a Gemma para preguntarle cosas", admite José, un ingeniero de 38 años. "Mis compañeros primero se reían de mí, pero ahora se dan cuenta de que fueron tontos al no hacer lo mismo que yo", comenta. José está tan feliz con su niño que ahora ha solicitado poder beneficiarse de una reducción de jornada.

Igual que quiere hacer ahora José, Francisco Felipe Ayala, trabajador de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ) también decidió solicitar una reducción de jornada el pasado año, una vez que terminó la baja maternal de su mujer, para poder estar con su hija. "No queríamos llevarla a la guardería tan pequeña, así que nos planteamos la posibilidad de que uno de los dos redujera la jornada. Y después de estudiar el tema económico, decidimos que fuera yo quien optara por ello", comenta.

Francisco señala que desde el primer momento se volcó en compartir las responsabilidades de la niña con su mujer, "ya fuera a la hora de darle de comer, de bañarla o de cambiar los pañales, así que no me costó nada quedarme a su cuidado". Además, asegura que es toda una satisfacción poder pasar más tiempo con sus hijos. "Lo tengo claro, si tuviera otro, lo volvería a hacer", explica.

Y aunque no son muchos los varones que deciden cogerse una excedencia, José Luis Sanz ya optó por esta medida cuando tuvo a su primer hijo en 1994, experiencia que repitió con el segundo. "Mi suegra no podía cuidar al niño hasta unos meses después de que finalizó la baja maternal de mi mujer, así que decidí cogerme una licencia sin sueldo que recogía mi convenio", comenta José Luis, que trabaja en la Academia General Militar de Zaragoza. "No obstante, además de cuidar al niño, tenía que realizar las tareas domésticas. Entonces me di cuenta de lo poco agradecido que es ese trabajo", dice, mientras subraya que la casa, igual que los hijos, son cosa de dos y no sólo de la madre.